De izquierda a derecha, Llorenç Galmés (PP) y Pedro Bestard (Vox), el pasado viernes en el Consell. Todavía se tienen que reunir para hablar de la investidura. | Jaume Morey

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La primera ronda de conversaciones para tantear qué apoyos consigue el candidato del PP, Llorenç Galmés, para ser investido presidente del Consell de Mallorca, ha terminado este jueves con la incógnita de si pactará o no Vox, como ya ha hecho Marga Prohens en el Govern. Galmés solo contará con los dos escaños del PI si evita hacerlo, como le ha dicho el regionalista Antoni Salas tras un breve café, donde también han hablado de sacar adelante proyectos como las rondas de Sencelles, Petra y Porreres.

El PSIB y Més per Mallorca han dejado claro que votarán en contra de su investidura como presidente del Consell de Mallorca. El ‘popular’, que ha iniciado las conversaciones para conseguir apoyos y gobernar en la institución insular al liderar la lista más votada, ha explicado su programa político a la socialista Catalina Cladera y al soberanista Jaume Alzamora, que han declinado su petición para que se abstuvieran o votaran a favor de él.

No es ninguna sorpresa que la izquierda rechace apoyar al PP. Galmés no les ha ofrecido nada, simplemente les ha pedido su apoyo por puro formalismo. Además, la opción de abstenerse para evitar que dependa de la extrema derecha queda descartada porque Galmés tiene asegurada la presidencia. La normativa establece que, en caso de no ser investido en la primera votación, el candidato de la lista más votada será proclamado presidente.

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Aun así, el ‘popular’ quiere tener los máximos apoyos para formar un gobierno estable. «Quiero intentar llegar a un acuerdo para garantizar la estabilidad en el Consell de Mallorca», afirmó ayer. Galmés se reunirá en las próximas horas con el representante de Vox, Pedro Bestard para conseguir su aprobación. El partido verde tiene interés en entrar al gobierno insular. Si no lo consiguen, ya han adelantado que harán una oposición dura.

El PP no necesita la abstención o los votos favorables de ningún partido porque el reglamento es muy claro y, de hecho, su idea es replicar la fórmula de Cort, donde Vox se abstuvo y está en la oposición. Sin embargo, la duda es si alguna decisión externa a la negociación en el Consell puede influir, obligando a que la extrema derecha entre en el gobierno insular. Es decir, que la institución sirva de moneda de cambio para equilibrar intereses entre las direcciones del PP y Vox, al margen de Galmés.

Sin el apoyo de Vox, el PP tendrá una legislatura complicada, en la que tendrá que pactar continuamente con los de Bestard para sacar adelante los presupuestos anuales u otros cambios normativos de calado, como la modificación del Pla Territorial Insular o el Pla d’Intervenció d’Àmbits Turístics (PIAT). Para aprobar iniciativas de cultura y lengua, que Vox rechaza tajantemente, el PP podrá buscar el apoyo puntual del PSIB, Més y el PI.