Los números uno de las candidaturas del PP y de Vox a las elecciones municipales firman un pacto para gobernar el Ayuntamiento de Burgos. | Efe - Santi Otero

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Un destacado líder nacional del Partido Popular señaló días atrás que la entrada de Vox en el gobierno de muchos ayuntamientos españoles no era algo tan grave como algunos intentan hacer ver. Venía a decir que las tasas de basuras, o las ordenanzas de aparcamiento, son elementos relativamente menores de la vida pública. Al contrario, todos los expertos en ciencia política consideran a los consistorios municipales como entes políticos con alta incidencia en la vida de los ciudadanos. Nadie permanece tan cerca, ni conoce mejor los problemas de su día a día.

La marea bicolor se extiende sobre el tapete político nacional, este sábado 17 de junio, con la constitución de las corporaciones municipales tras el voto de los ciudadanos en las elecciones del pasado 28 de mayo. Por ahora el panorama sigue siendo básicamente rojo o azul con clara preeminencia de estos últimos, que mandarán a partir de ahora en la mayoría de las capitales provinciales.

No obstante, a la vista de los resultados electorales y de los pactos posteriores, estas tonalidades se matizan combinándose con otras. Así ha sido cómo el PP ha cerrado acuerdos de gobierno con Vox en un centenar y medio largo de municipios de casi toda España, a excepción de los territorios donde los hombres de Santiago Abascal todavía no han conseguido irrumpir con el peso específico suficiente, básicamente Cataluña y el País Vasco tras la ‘caída’ del bastión popular de Galicia, donde tendrán su primer alcalde.

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El resto del Estado, incluidas las Islas Baleares, ha conocido un fenómeno de nuevo cuño. Los pactos de gobierno entre populares y ultraconservadores allí donde las fuerzas de izquierda no han conseguido la mayoría necesaria han cundido en las últimas horas, como los ejemplos cercanos de Alcúdia, Calvià, Marratxí y Llucmajor. Allí ha sido posible el entente, no así en Palma, donde Fulgencio Coll se reserva la carta de las presiones puntuales para condicionar el día a día de la acción de gobierno de Jaime Martínez al frente de Cort.

En todo el proceso Vox ha mentado mucho a sus votantes. Miles de ciudadanos han optado por su papeleta, y la formación promete dar la batalla ideológica, ahora, desde los cargos públicos y la representación institucional a todos los niveles. Ello comprende también el local. En Guadalajara, por ejemplo, una de las capitales de provincia donde se ha fraguado un pacto de gobierno entre PP y Vox, han marcado ciertas directrices que se hacen extensibles a todo el plano estatal. Austeridad económica y libertad de elección, aderezada con una defensa de los toros desacomplejada, de la familia en su sentido más tradicional del término, y de la igualdad que diluye el foco hasta ahora establecido en la violencia machista.

Es cierto que los socialistas, en pleno repliegue estratégico, gobernarán algunas capitales de indiscutible peso específico. No menos cierto es que, pese a mejorar resultados en muchos casos, el descalabro de sus socios les inflingió una dolorosa derrota colectiva. Las heridas aun frescas volverán a sangrar al observar las varas de mando de los alcaldes capitalizadas por las derechas. Mientras unos pondrán énfasis en la voluntad de cambio emanada de las urnas, para otros será un largo e inacabable sábado. Un día ‘horribilis’ en su completa expresión.