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Nada más llegar al mitin, un afiliado me pregunta si le puedo hacer una foto con su mujer junto al candidato del PI al Parlament balear, Josep Melià. Accedo, me da su móvil y los tres posan sonrientes. Son dos de los más de 600 asistentes venidos de toda la Isla al mitin en el que se entregaron, hondeando banderas de Balears y agitando aplaudidores hinchables. En un momento donde prima Twitter y escasea la implantación territorial de los partidos, el PI todavía es capaz de movilizar a su gente.

«Hay que recuperar la esencia, las raíces y volver a la Palma del bar Moka, que era auténtico y lamentablemente lo hemos perdido», defendió la número dos a Cort, Coloma Bover. «No podemos perder la mallorquinidad que nos caracteriza», insistió entre aplausos, mientras que su compañero de partido y alcaldable, Carles Cabrera, se atrevió a decir que los pisos de 2 millones de euros que se venden en Nou Llevant «no son para mallorquines, son para los suecos ricos».

Una afirmación tajante que desconcertó un poco al público. Sin embargo, hay que decir que todos los candidatos dejaron claro que el deseo por recuperar un pasado siempre mejor que el presente debe incluir a todo el mundo, al margen de su procedencia. Es algo que recalcó el número uno al Consell de Mallorca, Antoni Salas, que en el vídeo para presentar su candidatura salía leyendo este diario. Pese al claro discurso regionalista del acto, la okupación, uno de los Greatest Hits del repertorio político español actual, pese a ser mínima en el Estado y Balears, fue un elemento recurrente. Hay proclamas que calan en Palma y en Madrid.