Natalia Lagomarsino, junto a su madre, Ana María Rodríguez, que está de visita en Palma. | Teresa Ayuga

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Bus gratis sí, clima electoral no. Los carteles electorales pueblan paradas de autobús y los propios autocares entre cierta indiferencia generalizada. La caza del votante, con todo se nota por las calles. «Pues hace un rato me han parado del Partido Popular por la plaza de las Columnas», cuenta Juana Font en la Estación Intermodal. Los esfuerzos no cuajan demasiado por lo que se ve. Los pasajeros del transporte público son reacios a subirse al tren electoral.

Abstencionistas, personas sin derecho a voto e indecisos pueblan andenes y paradas. Los menos son los convencidos. Uno de ellos es Andrés Gomila: «No me informe demasiado de la campaña porque paso un poco. Se a quién voy a votar». Espera el autobús junto al parque de las Estaciones. Tiene el coche en el taller y por eso opta por el transporte público. «Va bien, sobre todo ahora que es gratis».

Intermodal
Juana Font, a punto de coger el tren en la Estación Intermodal de Palma.
Voto decidido
Andrés Gomila tiene ya decidido el voto.

La gratuidad de los billetes es una reclamación común. A nadie le parece mal. Font, usuaria habitual del bus, señala que «ahora hay mucha más gente porque no se paga». Sobre las elecciones: «Como siempre, mucho hablar».

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En la parada, Victoria Martínez forma parte de los indecisos. «Voy a ir a votar, pero no se a quién. No me convence ninguno», dice. No expresa una reclamación concreta pero, como usuaria habitual de transporte público sí apuesta por la gratuidad. «Si es posible estaría bien. Siempre me muevo en autobús, para mí es mucho más cómodo, sobre todo en Palma».

Indecisa
Victoria Martínez está indecisa, aunque asegura que sí irá a votar.
Abstención
Soraida Ortega asegura que no irá a votar.

Abstencionista orgullosa, Soraida Ortega se reafirma: «No voy a estar porque estoy de viaje pero tampoco he pedido el voto por correo. No voy a votar. ¡Chihuahua! son todos iguales». Luego están quienes aún no pueden votar. Jaider Murillo espera el autobús con un ramo de flores en la mano. Aún no tiene una situación regular en España y, por tanto está fuera del censo. «Por el momento, no puedo».

Algo similar le ocurre a Natalia Lagomarsino. Argentina, lleva un año en Mallorca. «No me ha llegado la carta del censo. A mi marido sí, pero me dijo que no quiere votar porque no conoce aún bien la situación». Acompaña a su madre, Ana María, de visita por primera vez en Palma.