Un debate electoral, organizado por Ultima Hora y el Centro de Enseñanza Superior Alberta Giménez (CESAG). | Jaume Morey

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En campaña electoral, casi ninguna de las propuestas que se plantean como debate llegan a serlo. Casi siempre suelen ser una sucesión de monólogos, pero el organizado por Ultima Hora y el Centro de Enseñanza Superior Alberta Giménez (CESAG) rompió un poco esa tendencia. No sólo hubo oportunidad de comprobar que hay propuestas diferentes –y de romper un tanto el mantra de que los partidos no hablan de lo que    interesa a la gente–, sino que clarificó algo que los partidos suelen ocultar en campaña o que no abordan sin sacacorchos: los pactos poselectorales.

Esa pregunta,    que –dado el marco en que se celebraba el debate– planteó la periodista Nekane Domblás como pregunta de examen final, dio para mucho. Está claro que los partidos que gobiernan, repetirán fórmula si suman (también Més, aunque Lluís Apesteguia no entre en el Govern si no lo preside); que Marga Prohens se apoyará en Vox si no puede gobernar sola (y que no cederá la alcaldía de Palma a Vox), que Vox no apoyará al PP si no le dan alguna institución (su modelo es Castilla y León: allí preside el Parlamento y está en el Gobierno), que Francina Armengol no cambiará   sus socios actuales por el PI y que tanto este partido como CS plantean casi el mismo escenario: apoyaran a quien no pacte ni con Podemos ni con Vox. Al hilo de las encuestas, sin embargo, ninguno de estos dos partidos parecen estar como para poner muchas condiciones.

El debate de este lunes se planteó desde el principio de una manera diferente a otros celebrados hasta ahora e incluyó preguntas sobre asuntos que nadie conocía de antemano, salvo las tres chicas y cuatro chicos de Periodismo y Comunicación que las formularon. La candidata Armengol se quedó muy sorprendida, se le notó en su respuesta, a una pregunta relativa a los ‘okupas’. La que le formularon a Campos sobre «los abortos» le vino muy bien y a Patricia Guasp le tocó en suerte una sobre un tema sanitario que ha llevado varias veces al Parlament.

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Tanto Prohens como el aspirante de Vox dieron a entender que Armengol había reñido y llamado mentiroso al que le preguntó. Un grupo de ‘verificadores’ del CESAG va a comprobar quién mintió en lo que dijo ayer, no sólo en ese momento sino durante las intervenciones, en una sala con un crucifijo en una de sus paredes. La universidad, que es la única que imparte periodismo en Balears, está vinculada a la Pontificia de Comillas.   

El debate estaba planteado por bloques. En ningún momento (aunque alguien que acompañaba a una candidata no lo tenía muy claro), eran ‘temas maría’, entendiendo por ‘maría’ esas asignaturas menores que hay que pasar, sino sobre asuntos que marcan la campaña. Fue un debate adulto para un público joven, de    entre 18 a 22 años,    donde los excesos de infantilismo llegaron por otro lado. Por parte de un candidato negacionista (aunque nadie del público pareció dar importancia a la perorata de Campos, sobre las malvadas   élites que quieren que la gente «no tenga familias y sólo coma grillos») hasta que otro candidato, Apesteguia, de Més, mostró su sorpresa porque el primero se atreviera a meter el terraplanismo en la universidad.

La no adultez también se vio en los grupos de suporters, convenientemente situados y que incitaban a aplaudir. Tanto las intervenciones como los lugares en los que se sentaron candidatos y candidatas, atendieron a su representación. El centro fue para Armengol los extremos para Melià y el de Vox. Lejos de lo que marca la política estatal, no hubo tensión entre Podemos y PSIB. Antònia Jover y Armengol se mostraron cómplices. Vox tiró de populismo. Ante un anuncio que hizo Prohens, Armengol le respondió que eso ya se hacía.