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China es una potencia mundial, no en vano es el segundo país del mundo en cuanto a Producto Interior Bruto, solo por detrás de Estados Unidos y por delante de Alemania (incluso supera a toda la Zona Euro). Los ritmos de crecimiento, además, son elevados, como país emergente que es, aunque éstos se están ralentizando en los últimos años. De hecho no crece a doble dígito desde el año 2010, y desde la COVID el ritmo es aún más lento. Efectivamente, la pandemia le ha hecho mucho daño: fue el primer país que la sufrió (además, en pleno año nuevo chino con lo que el impacto económico fue muy rápido y directo) y de los últimos en levantar restricciones.

El resultado ha sido un debilitamiento económico que tiene su máximo exponente en la crisis inmobiliaria que está sufriendo. Por si fuera poco, como pasó en la crisis occidental en 2007-08, ha arrastrado a otros segmentos y a la bolsa. No en vano, China es de los países donde más familias tienen vivienda en propiedad (se estima que el 80% son propietarias y el 20% tienen varias). Tras años de paralización por parte del Gobierno, parece que a principios de este 2024 han querido actuar con vehemencia interviniendo tanto el mercado inmobiliario (flexibilización de acceso a la vivienda, a las hipotecas e, incluso, inyecciones de liquidez directa para comprar viviendas) como el bursátil comprando directamente acciones, prohibiendo posiciones bajistas...

Esta vez sí, tras varios intentos mucho más tímidos, el mercado ha respondido con compras y hemos visto como los dos índices con más exposición directa en China, tanto la bolsa de Shangai, como el Hang Seng de Hong Kong, mercado mucho más abierto para inversores internacionales, están viviendo subidas muy añoradas: +20% y +30% respectivamente desde mínimos de este año. También se está revalorizando mucho la bolsa de Taiwán, pero éste es un tema aparte: ya no solo por el tema político y de independencia, sino porque ya había despertado mucho antes gracias a las acciones tecnológicas que copan sus índices. De hecho Taiwan Semiconductor, de la que hemos hablado recientemente al analizar el sector de microchips, representa casi una cuarta parte del mercado taiwanés con lo que éste realmente no acaba de ser una referencia válida.

Aunque la bolsa china suma una parte muy pequeña de la capitalización bursátil mundial, tiene mucha importancia. En primer lugar porque esta capitalización es algo engañosa, ya que hay empresas chinas que cotizan en otras bolsas y en segundo porque muchas internacionales venden sus productos en China. Por todo ello, forma parte de muchas carteras de inversores tanto particulares como de fondos de inversión.

Precisamente ésta es la mejor opción para exponerse a la bolsa china: claro que se puede invertir en algunas empresas como Tencent, Alibabá o la propia Taiwan Semiconductor, pero parece mucho más sencillo y con más posibilidad de diversificar (aparte de óptimo fiscalmente) hacerlo a través de gestores profesionales que estén instalados allí: conocer y visitar las empresas en un país con una idiosincrasia tan diferente (cultural y política) es fundamental.