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La semana pasada, Su Majestad el Rey Felipe VI entregó el Premio Reino de España a la Trayectoria Empresarial a Gabriel Escarrer Juliá, en un emotivo evento que volvió a reunir a una parte muy importante de la sociedad balear, y muy especialmente, a los familiares, amigos y personas más cercanas a mi padre. Recibir el Premio Reino de España es un honor que los Círculos de Empresarios de Madrid, Catalunya y el País Vasco, unidos, conceden anualmente a un empresario caracterizado por una larga y fructífera trayectoria, y el Rey de España lo entrega personalmente, desplazándose además al lugar de España en el que resida el premiado.

Este precioso regalo, con el que los Círculos de Empresarios convocantes y nuestro monarca buscan fomentar las empresas y la excelencia en nuestro país, le ha llegado a mi padre tras más de seis décadas al frente del Grupo que fundó, y después de atravesar una pandemia global que puso en riesgo todo lo construido durante su vida, sin que él perdiera en ningún momento la fe y la confianza en el futuro del turismo y de nuestra empresa. Tal vez no sea yo el más objetivo para glosar los méritos de mi padre, cuyos logros son por otra parte, sobradamente conocidos, pero sí me permitiré recordar algunos rasgos de su personalidad, claves para alcanzar tantas metas:
- En primer lugar, siempre ha sido un visionario, empático y capaz de anticiparse: desde que, de muy joven, comenzó a trabajar en la agencia Wagon Lits, tempranamente establecida en Mallorca, fue consciente del potencial de un negocio incipiente, el turístico, y comprendió que en la isla serían necesarias muchas más habitaciones de las existentes para acoger a los contingentes de viajeros que deseaban visitarla.

- También fue valiente y decidido, pues con solo 21 años, unos ahorros de sus padres y su futura suegra, alquiló su primer hotel en la zona de Son Armadams, aunque para ello tuvo que pedir la intercesión del párroco de la iglesia donde colaboraba desde pequeño como monaguillo. Desde entonces, su afán emprendedor y su confianza y tenacidad le llevaron a seguir creciendo, hasta convertirse a los 50 años en el primer hotelero de España y segundo de Europa.

- Otro rasgo muy destacado de mi padre ha sido su estilo de «liderar con el ejemplo» y su cercanía y aprecio por sus colaboradores, que muchas veces han sido y son casi una «familia».

- En cuarto lugar, me gustaría destacar su temprano sentido de la responsabilidad social y su compromiso medioambiental, algo que hoy damos por sentado, pero que el ya interiorizó hace más de tres décadas tras construir su primer hotel en la paradisiaca isla de Bali, donde descubrió la importancia de la armonía con las sociedades locales y de su integración con la industria turística, y aprendió también que los hoteles deben ser parte de su entorno, respetarlo y mitigar los impactos negativos.

Como dijo mi padre al finalizar su discurso, «el agradecimiento es la memoria del corazón» y, como él, todos conservaremos en nuestro corazón y nuestra memoria este enorme reconocimiento.