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El peso de la banca en la bolsa española es muy alto. De hecho, ha sido una de las causantes que han hecho posible que el IBEX lleve años a la cola de la rentabilidad respecto al resto de índices del mundo. El sector financiero ha estado mucho tiempo penalizado por las consecuencias de la crisis económica de 2007 en la que los bancos sufrieron impagos, adquirieron multitud de inmuebles a precios de derribo y el negocio cambió radicalmente paralizándose la financiación y la inversión.

La poscrisis no ha sido mejor: los tipos de interés negativos han lastrado sus beneficios y el mapa bancario de hoy es totalmente diferente al que existía antes del estallido financieron en 2007. Sin embargo, ahora estamos en una época de subida de tipos y el crecimiento económico ha sido creciente desde noviembre de 2020, momento en el que ya se veía la luz en la lucha contra la COVID.

Este escenario es ideal para la banca: la normalización de los intereses le permite recuperar márgenes y el crecimiento económico hace que sus clientes se financien más, no impaguen e inviertan sus ahorros.
Precisamente debido a este momento, a priori, dulce para el sector, el Gobierno ha anunciado un impuesto especial por el que se gravarían beneficios.

Aún sin detalles, y sin calcular las consecuencias, el simple anuncio del presidente del Gobierno ha provocado que el mercado actuara con pánico generando grandes pérdidas en las acciones bancarias españolas, principalmente entre las que no tienen negocio internacional.

El mercado no deja de ser un conjunto enorme de personas tomando decisiones de inversión y desinversión, por lo tanto cualquier noticia negativa (y positiva) afecta de forma exagerada por el miedo (o por la euforia).

Es verdad que las ventas que provocaron las palabras de Pedro Sánchez tienen parte de sentido: si las empresas pagan más impuestos, tendrán menos beneficios y por lo tanto valen menos. Sin embargo, ¿valen mucho menos? Aunque sea un factor en contra de estas empresas, no es el definitivo, de hecho es probable que incrementando ingresos puedan compensar el coste fiscal.

Como se ha comentado, la banca es un sector cíclico, es decir, le afecta mucho qué ciclo económico se está viviendo: hasta hace poco parecía que el crecimiento posCOVID sería fuerte y prologando, pero el escenario ahora es incierto.

La alta inflación y, precisamente, las subidas de tipos más rápidas de lo esperado están provocando una ralentización económica; esa coyuntura sería mala para la banca. Sin embargo no es definitivo y todavía hay una posibilidad que el ciclo les siga beneficiando: si la ralentización se frena y no se llega a una recesión y las subidas de tipos son estables.

Ventajas e inconvenientes que hacen difícil tomar decisiones de compra o venta con lo que, una vez más, los soportes técnicos pueden ser de gran ayuda: por ejemplo los tres grandes, BBVA, Santander y Caixabank, en estos momentos intentan mantener y consolidar por encima 4; 2,50 y 2,80; si perdieran estos soportes, los siguientes están en 3,54, 2,32 y 2,40 euros, respectivamente.