Trabajar en equipo no siempre es fácil. Ponerse de acuerdo en el objetivo ya es difícil, pero más todavía resulta el seguimiento de la tarea y la obtención final de los resultados esperados. Normalmente en el grupo, una persona es quien lidera la acción, se la siente y hace suya, y es reacia a compartir y delegar. La “falacia de control” puede aparecer como un pensamiento negativo que ocupa tiempo y espacio neuronal: “Si yo no lo hago, esto no funciona”. Sigue trabajando de manera intensa, hasta que llega el momento de reunirse y ver cómo está el proyecto. Aparece el primer manuscrito escrito, que presenta el autor, para dialogar en el grupo y supuestamente recoger las sugerencias de mejora. Ahí es cuando aparece el primer desequilibrio y la confrontación entre lo hecho, lo que se debería haber hecho, y el resultado. Los otros miembros del grupo pueden en ese momento, corregir, sugerir, modificar y cambiar todo lo hecho hasta ahora. Para quien inicio la tarea y ha trabajado de manera intensa en la misma, puede resultar muy bochornoso. Las emociones negativas experimentadas son muy fuertes durante el encuentro, y los pensamientos rumiativos posteriores con relación a sus propias capacidades aún mayores (la autoestima se debilita).
Trabajar en equipo
28/05/21 9:50
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