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Durante su visita a Fitur a finales de enero, el director general de Turismo de Egipto hizo unas declaraciones a la prensa en las que aseguró que Luxor, Asuán y Sharm el Sheij eran totalmente seguras. Desgraciadamente no ha tardado mucho la realidad en desmentirle.

Aunque el Gobierno egipcio y el propio presidente Al Sisi, en declaraciones a la BBC durante su estancia en Londres, descarten que se trate de un atentado terrorista, la reacción del Gobierno británico repatriando a los 20.000 nacionales que se hallaban en los centros turísticos indica que se abre paso la sospecha de un atentado terrorista, reforzadas por las declaraciones del propio Obama, que no descartaba esa posibilidad. Las autoridades rusas hablan de especulación.

La suspensión de los vuelos a la zona de las principales compañías aéreas europeas y de Emirates, entre otras, nos indican la incertidumbre que ha generado el accidente del A-321 ruso con 224 pasajeros muertos.

Las consecuencias, sea o no un acto terrorista, son gravísimas tanto por la nacionalidad de los fallecidos como por el lugar de donde provenía el vuelo.

Los rusos son en estos momentos los principales clientes de Egipto, con más de tres millones de turistas el pasado año, frente a un millón de turistas británicos. Una fuerte caída de los clientes de esa nacionalidad sería un golpe durísimo a la industria de la zona que representa el sesenta por ciento del total del turismo egipcio.

Sharm el Sheij estaba considerado como lugar seguro por el conjunto de la industria europea, así como todo el sur de la península; el norte, por el contrario es inseguro, pero carece de turistas. La muerte de nueve turistas mexicanos hace unos meses fue un accidente, sin intervención de ningún grupo terrorista.

Si se demuestra que el último lugar en Egipto percibido como seguro no lo es, todo el sector está seriamente amenazado y la recuperación que se había iniciado se convertirá en depresión.

Hay que recordar que de trece mil millones de euros de ingresos en 2010 se ha pasado a ocho mil el pasado año y que uno de cada nueve egipcios trabaja en turismo según la WTTC.

Según leo en la prensa británica, las autoridades han suspendido la prevista campaña de promoción que iban a poner en marcha a la espera de un momento mejor.

La Comunidad Económica Europea, y especialmente España, que será la principal beneficiada de la huida de los turistas británicos, deben poner en marcha un plan de asistencia que incluya la celebración de algunas convenciones y congresos que puedan tener repercusión positiva en los medios de comunicación internacionales.

La Federación Española de Periodistas y Escritores de Turismo, FEPET, celebrará su congreso anual en Egipto a comienzos de diciembre, lo que será una buena oportunidad para que las autoridades egipcias presenten sus planes de futuro.