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Uno de los dogmas que circulan por ambientes relacionados con los mercados es que diciembre suele ser un buen mes bursátil, lo que se conoce como “rally de Navidad o de fin de año”.

Hay varias interpretaciones para justificarlo: que los grandes fondos tienen que “maquillar” su resultado final que queda para siempre en las estadísticas y utilizan toda la liquidez disponible para comprar y hacer subir el precio de sus activos; que se hacen muchas aportaciones a planes de pensiones que provocan también inversiones extraordinarias de los fondos en los que están integrados; o incluso porque es una época consumista y también se contagia a la facilidad de compra de los gestores… Sea cual sea, y realmente cuesta saber si alguna es cierta, históricamente sí es un buen mes, aunque tampoco el mejor.

Desde 2005 (sin contar con este diciembre) la media de revalorización del Ibex en diciembre es del 2,59%, siendo el “líder” septiembre con un 2,57%. Para el EuroStoxx50 sí es el más destacado, con una subida media del 3,29%. Mientras que para otro índice europeo relevante, el DAX alemán, lo es abril (3,45%), aunque diciembre no se queda atrás (3,38%).

En otros continentes la situación es similar. Así, el tecnológico americano Nasdaq tiene una media de casi el 2% (en su caso superado por marzo, abril y julio) mientras que en el Nikkei japonés sí que sobresale su comportamiento en diciembre ya que casi alcanza el 5%, lo que supone una diferencia importante respecto al resto del año.

Como vimos en el anterior número, las estadísticas están para romperse, y que normalmente suba en diciembre no quiere decir que este lo vaya hacer, de hecho en 2007 en este mismo mes el Ibex cayó un 4,81%. Cierto que el resto de años son positivos, y que al fin y al cabo los mercados se mueven por “movimientos de masas” que tienen en cuenta estas estadísticas, pero no es la única variable que hay que tener en cuenta.