La sala Tunnel de Palma cerró este sábado sus puertas para siempre. | Lalo Garau

TW
2

El rock mallorquín se ha despertado este domingo con una terrible resaca. Resaca emocional tras despedir, la noche del sábado, al templo indiscutido de la distorsión durante los últimos 31 años. Durante este tiempo, Tunnel logró congregar en un ambiente de paz y respeto a todos los vástagos de la gran familia del rock. Metaleros, punkis, heavis, góticos y demás tribus urbanas tuvieron un hogar en este emblemático local de Gomila desde 1993.

De hecho, expresiones como casa, hogar o familia se escucharon mucho a lo largo de la última noche de Tunnel, cita a la que los amantes del rock de todas las edades acudieron en masa, formando una larga cola a sus puertas que recordaba a los tiempos en que Gomila era el epicentro de la noche palmesana. «Hoy se cierra el último reducto de una Gomila que hemos vivido ya en decadencia, pero que al fin y al cabo era nuestra Gomila. La de Rara Avis, la de Fraggle y otros muchos locales que hace tiempo que ya no están», analiza el treintañero Guillermo Alba, quien incide en que «en los últimos años, venías a Tunnel y por un momento parecía que nada había cambiado».

«Tunnel representa mi adolescencia. En su época dorada, cuando aún estaba en el local antiguo, veníamos cada jueves, cada viernes y cada sábado», destaca Santi Garau, que acaba de cumplir 40. «Frente a las discotecas y los bares de pachanga, era el lugar donde podíamos escuchar la música que nos gustaba y ser nosotros mismos», añade su amigo, Jaime Usandizaga. «Los dueños, Ivor y Toni, siempre nos recibían con una sonrisa y un buen rollo increíble, y creo que eso es lo que hizo posible unir en el mismo bar a gente tan diferente sientiéndose parte de una misma familia», coinciden.

«Hace un calor asfixiante y para pedir en la barra tienes que hacer cola, pero me siento en casa», resumía otro cuarentón en una conversación pillada al vuelo sobre las incomodidades derivadas de la masiva asistencia de la Mallorca rockera a esta cita histórica. Fue mucha y de muy variados perfiles la gente que quiso despedirse de Tunnel en su última noche. Abundaban los nostálgicos que hacía años que no pasaban por aquí, pero también mucha clientela habitual actual. «Conocí Tunnel el pasado otoño en una fiesta gótica. Desde entonces, me quedé enamorada y he venido muchísimas veces», explica Agatha Romero, de 35 años. «Me entristece mucho que cierre y no me puedo imaginar cómo se sentirá la gente que lo conoce desde los 16 años», observa.

Tampoco faltó a la cita la escena musical local. La velada arrancó con un tributo a System of a Down a cargo de la banda mallorquina The Ugly Bitches, que alternó su solvente y enérgico directo con discursos a una entregada multitud sobre el insustituible valor de Tunnel para la familia rockera local. «Todos tenemos preciosos recuerdos en este local», destacaba su cantante, Carlos Roldán. «¡Mi primera borrachera!», respondía alguien del público. «Solo nosotros sabemos hasta que punto hemos querido a este rinconcito. Aquí nadie sabía bailar, pero en esta pista, todos hemos bailado como si supiéramos. ¡Tunnel, te echaremos muchísimo de menos!», arengaba.

También entre el público, muchos músicos locales vinieron a presentar sus respetos a Tunnel en su última noche. «La primera vez que hice un concierto aquí estaba nerviosísimo. Me daba mucho respeto tocar en este templo», rememora el bajista de Queen Marsa, Toni Coronado, quien a lo largo de los años ha pisado este escenario una decena de veces, con bandas como Grupo Salvaje, Zombie Cars, Extraño o Shockwave. «Tunnel mantuvo vivas y unidas a las diferentes vertientes del rock y el metal durante años», señala.

«Esta noche, no me hubiera hecho falta quedar con nadie para venir aquí. Sabía que me encontraría a un montón de conocidos. Aquí, los frikis del rock siempre hemos tenido nuestro sitio, nuestra familia», incide Marina Ordinas, de 34 años.