La mallorquina Marilén Ribot, durante su actuación. | Miki Pascual y Olga

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Cuirassa oberta, de Marilén Ribot, es una de las propuestas que arman el cartel de Circaire, un festival de circo asentado en diferentes puntos de Alcúdia entre el 3 y el 5 de mayo. Profunda, intensa y apasionada, sus respuestas deslizan un aura de paz que traslada a su espectáculo, a escena este viernes en el Auditori d’Alcúdia, a las 20.00. Donde aborda temas íntimos y a la par universales, armonizando técnicas de circo con escritura dramática y movimiento, en pos de definir nuestras grietas emocionales para continuar creciendo y evolucionando.

¿Cuáles son las líneas maestras de ‘Cuirassa oberta’?
—La resilencia, la superación, las heridas y las cicatrices, y cómo aprendemos de ellas. Alcúdia acogerá el preestreno, el estreno oficial será el 1 y 2 de junio en el Teatre Principal de Palma.

¿Qué es el circo emocional?
—El circo emocional es un tipo de circo que no es solo entretenimiento, te hace sentir emociones y hace que el público pueda empatizar con lo que se expresa sobre el escenario, sentir sus propias emociones y heridas. Es un tipo de circo que convierte el movimiento y la expresión en poesía visual.

¿Cómo llegó al mundo de la danza?
—Empecé en el mundo del circo y a través de él encontré la danza y el movimiento. Primero estuve en Londres y luego fuí a Barcelona, donde probé el trapecio, los equilibrios, los malabares, el clown y la comedia del arte. Me gusta la danza porque me permite expresar a través del cuerpo.

‘Puedo decir que la danza ya estaba en mí, incluso antes de nacer’… ¿comparte esta reflexión de la bailarina y coreógrafa estadounidense Katherine Dunham?
—Sí, creo que de bebé ya me movía en la barriga de mi madre, bailaba dentro (risas). Hay una cita de Martha Graham que también me representa: ‘El cuerpo dice lo que las palabras no pueden’. Es una frase que encaja mucho con mi espectáculo.

La danza, como el arte ¿debe mostrar o sugerir?
—Creo que sugerir, porque así la gente está más abierta a su interpretación, y luego cada uno ve cosas diferentes.

¿En el ADN de la danza encontramos respuesta a temas íntimos pero universales?
—Creo que sí, a través de la danza expresamos lo que tenemos dentro como seres humanos. A todos nos pasan cosas en nuestra cabeza, la danza te ayuda a liberar esas emociones.

Qué artista ha sido su modelo, su inspiración? ¿Alguna persona ha marcado tu desarrollo como artista?
—Admiro a Tilde Bjorfors de la compañía Cirkus Cirkör, es una directora de circo contemporáneo sueca con la que he trabajado en dos espectáculos

¿Cree que cuando uno se entrega intensamente al arte vive de una forma más sosegada, con más poso, con más profundidad...?
—Creo que sí, el arte es una forma de sacar lo que te pasa interiormente, y eso hace que todo sea más intenso.

¿El público de la danza es el más exigente?
—Si hablamos del público de circo, sí, son muy exigentes. Yo prefiero actuar para la gente del pueblo, hago las cosas para ellos.

¿Cuáles son sus principales virtudes profesionales?
—Creo que soy muy expresiva. Hice siete años de teatro amateur y eso me ha ayudado a hacer circo y a expresar mis emociones a través del movimiento.

‘El problema de España es la ignorancia’, denunciaba en una entrevista el musicólogo Jordi Savall, ¿comparte su pesimismo?
—No sé si ignorancia o comodidad. La gente es muy cómoda y prefiere quedarse en casa que ir a ver una obra.

¿Cómo discurre su proceso de preparación de un espectáculo?
—He estado dos años preparando Cuirassa oberta, construyendo los aparatos necesarios para la obra, investigando, buscando soporte para la creación e invirtiendo muchas horas en entrenamiento y dramaturgia.

¿Qué hay de cierto en el mito sobre la perfección que envuelve al mundo de la danza?
—A mí me gusta la imperfección, no somos robots y nos equivocamos... ¡Viva la imperfección!