La mallorquina Antonina Canyelles, la bella poeta rockera, según la ha definido su editor Jon López de Viñaspre, ha ganado este martes el Premi Jaume Fuster de la Associació d'Escriptors en Llengua Catalana (AELC), tras la votación de los asociados. | EscriptorsAELC

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La mallorquina Antonina Canyelles, la bella poeta rockera, según la ha definido su editor Jon López de Viñaspre, ha ganado este martes el Premi Jaume Fuster de la Associació d'Escriptors en Llengua Catalana (AELC), tras la votación de los asociados.

Con una obra considerada «singular e incisiva», Canyelles, nacida en Palma en 1942, cuenta en su haber con una docena de libros de poemas, que empezó a publicar en 1979, con títulos como 'Quadern de conseqüències', 'Patchwork', 'Piercing', 'D'estructura circular', 'Tasta'm', 'Putes i consentits' o 'Bistecs de pantera', la última, del año pasado.

López de Viñaspre, editor de Lapislàztuli, que desde hace años publica sus obras, se ha encargado este martes de la glosa, tras la entrega del premio, el único en catalán que votan los compañeros de oficio, a cargo del presidente de AELC, Sebastià Portell.

Para el editor, hoy recibe la distinción la «poeta de la piel y el músculo», una mujer que escribe alejada de «capillitas rancias», una «librepensadora», que cuando brinden con una copa en la mano, lo harán por ella, por «polaca, roja y mala puta».

Canyelles, con su cazadora negra de cuero, ha agradecido el reconocimiento, que, además, lleva el nombre de alguien que fue amigo suyo y que murió joven, y ha bromeado con que no tenía mucho más que decir porque a lo largo de su trayectoria no ha obtenido muchos premios. «Cuando reciba el Nobel, ya lo haré más largo», ha precisado.

A pesar de ello, ha dicho no ser una escritora «resentida», porque en los muchos clubes de lectura en los que participa así como en sus visitas a institutos, especialmente en su Mallorca natal, se siente «querida» y también recibe premios como el que ha rememorado le entregaron después de una charla en un instituto consistente en una lechuga, un brócoli, una botella de aceite y otra de vino. «Ahora, imagínate, recibo otro. Estoy muy contenta», ha pronunciado en la sede de la AELC, en el Ateneu Barcelonès.

Por otra parte, no ha olvidado que en Manacor hay en su paseo una placa con un poema suyo, con lo que, aunque no haya recibido premios literarios bien dotados de dinero -en este caso tampoco está remunerado- sí cuenta «con muchos otros premios de otra clase». En su alocución ha lanzado que a su edad ya no «juega» a los concursos literarios con una poesía que cree «no gusta» en estos ámbitos, especialmente, a los jurados.

Siempre a mano, escribe a diario al mediodía, lo que comporta que ya haya quemado unas cuantas ollas porque no se acuerda que tiene la comida en el fuego, mientras que cuando era más joven lo hacía de noche y en la cama, después de que le hubieran diagnosticado una tuberculosis que la tuvo seis meses en la cama y le comportara tres años de reposo, con lo que cogió ese «hábito».

Fumadora empedernida -en su currículum pone que sabe fumar, restar y multiplicar- es habitual encontrarla cada mañana en un bar cercano a su casa, donde aprovecha para leer la prensa, y luego inicia el proceso de escritura de nuevos versos.

El premio Jaume Fuster, que el año pasado obtuvo el también mallorquín Antoni Vidal Ferrando, lo han ganado desde el año 2001 autores como Jesús Moncada, Quim Monzó, Jaume Cabré, Maria Antònia Oliver, Carme Riera, Maria Barbal, Emili Teixidor, Josep Vallverdú, Isabel-Clara Simó, Joan Margarit, Francesc Parcerisas, Antònia Vicens, Narcís Comadira o Olga Xirinacs.