María Galiana se mete en la piel de Mag Folan. | Sergio Parra

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No dejará de ser Herminia, la tierna abuela de Cuéntame, pero María Galiana está lista para mucho más. La conocida actriz visita el Auditòrium de Palma el próximo fin de semana de la mano de Juan Echanove quien dirige La reina de la belleza de Leenane, obra teatral escrita por Martin McDonagh, autor de los filmes Tres anuncios en las afueras y Almas en pena de Inisherin. Explica Galiana que justo está finiquitando una serie de recitales musicales con el objetivo de entregarse «en cuerpo y alma» a este nuevo papel que es «el polo opuesto» de Herminia, donde interpreta a una madre anciana y controladora, circunstancia por la que se siente no solo agradecida, sino entusiasmada: «He renunciado a todo lo demás para esta obra, es un regalo para mí».

¿Cómo conoce La reina de la belleza de Leenane?
Hablamos de una obra densa, dura y difícil que necesite que le entregues todo lo que puedas: energía, potencia y físico. Me llamaba mucho la atención el texto desde que lo conocí hace 25 años, cuando lo estrenaron Vicky Peña y su madre Montserrat Carulla. Fue extraordinario y ganaron el Max un año una y al siguiente la otra. Por otro lado, el autor me parece un personaje extraordinario a quien conocí a través del cine por Tres anuncios en las afueras y Almas en pena de Inisherin, que transcurre en ese paisaje desolador y difícil de esa Irlanda del Noroeste donde transcurre esta función.

¿Cómo ha sido encarnar a Mag Folan, su papel en la obra?
Tenía muchas ganas de hacer un drama porque de 2001 a 2023 he estado haciendo de la abuela de Cuéntame y ya no tengo edad para andarme con tonterías a ver si viene un papelito que me guste. He tenido muchas llamadas para cine y demás que querían que hiciera de la abuela, algo que entiendo porque estaba estereotipada, pero quería hacer algo diferente y este papel es como agua de mayo porque es el polo opuesto de Herminia. Es un reto maravilloso con un personaje que es antipático, odioso, difícil de tragar y de justificar para el público, pero muy real, porque existe y hay mujeres y madres que son así.

¿Cómo ha sido la transición de Herminia a Mag Folan?
Ha sido liberador, pero también difícil y le debo a Juan [Echanove, el director de la obra] que me haya cambiado como a un calcetín. Yo estaba dispuesta, mi voluntad era absoluta y me he plegado con absoluta docilidad a todas sus indicaciones para crear el personaje. Yo, por mi parte, he estudiado todo lo que he podido la psicología, el carácter y la personalidad y todavía me queda mucho porque ahora es un personaje al que tengo agarrado, pero con cada representación salen cosas nuevas y lo paso estupendamente. Tengo ya una edad en la que me duele todo, pero cuando salgo al escenario no me duele nada y solo estoy feliz de poder hacer un papel como este que me gusta muchísimo.

La dinámica de la obra es la complicada relación entre su personaje y el de Lucía Quintana, que hace de su hija, ¿hablamos de buenas y malas?
Es mucho más ambiguo. Lucía es una extraordinaria actriz y su personaje y el mío dependen el uno del otro de alguna manera. La madre se ha aprovechado de la debilidad mental de su hija y esta no quiere convencerse de que no es capaz de hacer frente a la vida, y se rebela. Así se generan tensiones, pero tampoco quiero desvelar mucho.

Para acabar, no puedo no preguntarle por Cuéntame y su final, ¿fue tan emotivo detrás de cámaras como lo fue delante de la pantalla para el público?
Realmente sí, hubo momentos, pero no le demos mucho carrete. Hay personas sentimentales y poco sentimentales, yo soy de las últimas. Después de una función muchos actores son de pasar mucho tiempo ‘comentando la jugada’, como los toreros o los futbolistas, y yo no, pero claro, en Cuéntame teníamos la sensación de que era lo último que hacíamos porque han sido 22 años, que se dice pronto, y a Carlitos, interpretado por Ricardo Gómez, lo habíamos criado en nuestros pechos y volvió con 29 años. Fue muy emocionante, sí, porque era el final de una etapa, pero también el principio de otra.