Javier Calvo es considerado uno de los mejores traductores literarios del inglés. | R.C.

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Asegura Javier Calvo (Barcelona, 1973) que H. P. Lovecraft consideraba que los sueños, y de igual forma su correspondencia, no tenían valor literario. Por ello, hoy quedaría «horrorizado» de ver que esos sueños que compartía por carta con sus amigos «de forma informal» se publican en forma de libro. El propio Calvo es quien firma esa suerte de traición, algo que, sin duda, como el reconocido autor y traductor puntualiza, tiene un sinfín de precedentes en la literatura. Tras editar el primer volumen de Cartas, titulado Escribir contra los hombres (Aristas Martínez, 2023), donde recogía, por primera vez en castellano, la correspondencia del padre del terror cósmico centrada en su carrera literaria, ahora el barcelonés dedica el segundo tomo a la correspondencia onírica, aunque disfrazada de relatos: Diario de sueños. Lo presentará este jueves, a las 19.00 horas, en Drac Màgic (Palma) junto a Pau Andreu Sitjar.

En todo caso, avisa que «no estoy desenterrando cartas, sino que traduzco el material ya publicado, así que podría exculparme y alegar que el traidor es otro». De todas maneras, declara, «no me arrepiento porque para mí es importante que esas cartas se puedan leer en castellano». «Hay montones de autores de todas las épocas que escribían un diario contando todo, pero él prefería hacerlo en forma de cartas, mandando todas sus ideas a sus conocidos o colegas. Lo que me parece más curioso y fascinante es que decidiera contar sus sueños por carta a la gente y que encima tuviera la capacidad de acordarse de ellos», destaca.

Incluso en la primera misiva de este libro, Descarnados de la noche (1896-1897), Lovecraft hace referencia a los sueños que tenía entre los 3 y 8 años. «Él mismo admitía que es muy probable que muchas de sus pesadillas estuvieran influidas por las cosas que leía. De hecho, cuenta que un sueño que se repetía de niño estaba causado por los grabados de la Divina Comedia de Dante, con ese ángel oscuro tenebroso. Más tarde, muchos procedían de los cuentos de miedo que consumía, pues leía todos los cuentos góticos que podía. También es cierto que esas pesadillas no son de terror al uso, sino que son visiones muy extrañas, y esa también fue una de las razones que me motivó a hacer este volumen. Además, considero que si bien lo que leía se plasmaba en sus sueños, también estos inspiraban sus obras y su manera de narrar», aclara.

En este sentido, Calvo explica que Lovecraft «tenía un sentimiento bastante angustioso de la vida, provocado por su soledad extrema y su personalidad tétrica». «No tuvo amigos cercanos, su familia era muy fría y sus padres, que murieron cuando era joven, padecían graves trastornos mentales. Su infancia fue horrible, no se relacionaba con la gente y desarrolló una filosofía increíblemente pesimista sobre el mundo y la vida. Escribir cuentos de terror se acabó convirtiendo en una excusa. Si hubiera tenido una vida distinta, probablemente se habría decantado por la novela existencialista o el relato de ideas, pero precisamente lo que lo hace singular es eso: ser autor de cuentos de terror en un momento en el que este no era un género literario, sino un entretenimiento, pero él fue introduciendo esos elementos más cósmicos, existenciales, del terror ante la nada, la ausencia del sentido de las cosas, de Dios y de todo», detalla. Por otra parte, sus sueños conforman «el germen de una visión que luego desarrolla literariamente». «Cuando leí por primera vez sus cartas me sorprendió que muchos sueños tienen bastante historia, están muy desarrollados», señala.

Personalidad

Cómo sería hoy en día Lovecraft es un asunto del que ha hablado largo y tendido Calvo en las presentaciones del primer volumen de Cartas, donde «queda mejor reflejada su forma de ser y personalidad». «Los lectores se quedaron fascinados por ese misántropo, esa persona extraña, derrotista, oscura. En algunos actos hablamos de cómo lo podríamos traducir al mundo contemporáneo y la conclusión es que es intraducible, porque era un ser completamente tétrico y, si encima le dieras internet, todavía lo sería más. Una cosa es escribir largas diatribas por carta y desatar tu odio al universo y otra es Twitter. Sería horrible. Podemos dar gracias a que naciera en el siglo XIX y no en este momento en el que cada persona puede convertirse en una pequeña bomba de odio», afirma.

El tercer volumen, que previsiblemente verá la luz a final de año, avanza que, «sin ser ensayístico», es «sobre su visión del mundo que le rodea». «Era muy racista y su actitud era muy reaccionaria para su tiempo, tampoco creo que tengamos que disculpar sus ideas porque viviera en los años veinte del siglo pasado», reconoce. Al principio, confiesa el autor, este proyecto contemplaba solamente dos volúmenes, este Diario de sueños no estaba previsto, pero el tercero puede resultar tan controvertido que decidieron sacarlo el último. «Me parecería incorrecto esconderlo, no hay que blanquear Lovecraft ni hacer una versión más amable de lo que decía. La primera vez que leí sus cartas también me dio un buen soponcio, porque decía locuras. Creo que la razón por la que Lovecraft está en las librerías es porque la gente no ha leído sus cartas. Sin embargo, estoy seguro de que sobrevivirá a esto, no seré yo quien promueva su cancelación».