Bel Fullana posa ante su pieza 'Tractor Buddy', que ocupa el Espacio D de Es Baluard Museu d'Art Contemporani hasta el 9 de junio. | M. À. Cañellas

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El mundo de la noche, la estética poligonera, la música urbana, los cómics, películas o series de terror con personajes como Carrie, Barb Wire o El guardián de la cripta e imaginarios de «estética cukiterrorista» son algunos de los ingredientes que Bel Fullana (Son Carrió, 1985) ha metido en una batidora y el resultado se materializa en Tractor Buddy, su primera escultura. Un estreno que además coincide también en el espacio, pues por primera vez protagoniza una muestra individual en Es Baluard Museu d’Art Contemporani. La inauguración se celebra esta jueves por la tarde, a las 19.00 horas, y la exposición podrá verse hasta el próximo 9 de junio.

Núria Gómez Gabriel, comisaria de esta propuesta, ha destacado este miércoles en rueda de prensa que Fullana trabaja sobre «imaginarios irónicos de feminidad contemporánea» donde aparecen «mujeres exuberantes de estética bimbo que, precisamente por ser exuberantes y sexualizadas, se considera que no tienen inteligencia». «Bel revisa todo eso de forma irónica y, a partir de ahí, configura el salto hacia las tres dimensiones; vuelve a examinar lo que conocemos como ‘monstruoso femenino’, algo que ya encontrábamos en la historia del arte, con figuraciones como la Medusa de la mitología griega y, más adelante, en imaginarios de los 80, con Carrie y sus poderes telequinésicos. Bel también se relaciona con todo ello, con el mercado y la mercantilización del género y de la obra de arte, vinculándolo a su vez con el proceso y en este cambio de lenguaje», añade, a la vez que destaca el toque «cuki e infantil tiene un punto siniestro o extraño, con figuras humanoides, de otro planeta. Son una suerte de monstruos tiernos que querrías abrazar».

Por su parte, Fullana reconoce que ha tenido la suerte de trabajar en muchos proyectos, pero «llegó un momento en el que estaba creando un producto y no tenía esa magia del principio, cuando te sale un personaje y cobra vida propia; iba pintando lo que funcionaba en el mercado». Así que se le ocurrió la idea de llevar a cabo «un producto final»: una escultura de gran formato que representara todo lo que había pintado hasta ahora. La invitación por parte de Es Baluard y, concretamente de su anterior directora Imma Prieto, fue la ocasión perfecta para hacerlo. «Estoy muy contenta con cómo se ha presentado la figura en la sala, la veo como un objeto de deseo, como una Bratz dentro del paquete, en la tienda de juguetes», reconoce emocionada.