El profesor de filosofía Ramón Román en Palma. | Teresa Ayuga

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De un tiempo a esta parte, la gran mala hierba de la filosofía, esa que por más que se corta no deja de crecer, son los libros de autoayuda que dicen basarse en conceptos filosóficos. Muchos de ellos recurren, además, a escuelas como el estoicismo para desvirtuarla, pero no son solo las editoriales que se aprovechan de ello, sino que, hoy en día, en la época de la «apariencia», casi todos caemos en esta tentación del discurso fácil y potente de los estoicos por mero aparentar. De esto, y mucho más, charlará esta tarde en CaixaForum el catedrático de Filosofía de la Universidad de Córdoba, Ramón Román, que forma parte de una nueva sesión del Ciclo de Pensamiento y Cultura Clásica que organiza Francesc Casadesús.

«Hoy todo el mundo utiliza el estoicismo como autoayda», comenta el profesor que, advierte: «Pero los filósofos estamos como aguafiestas de los lugares comunes».Por ello, en su charla Román trata de ilustrar sobre las diferencias entre el verdadero estoicismo y el sucedáneo que algunos venden como tal: «Una de las cosas que decían los estoicos es que te prepares ante aquello que depende de ti y lo que no acéptalo como venga», lo que ocurre es que los estoicos también eran deterministas, por lo que «prácticamente nada dependía de ellos».

Es por ello que «nuestra capacidad de maniobra es mínima», según esta visión, lo que se opone radicalmente al querer «resolver un problema», que es lo que pretenden los libros de autoayuda. «No podemos utilizar los principios estoicos para superar un cáncer, reconstruir nuestra vida o buscar una nueva fortuna si has perdido la que tenías». El estoico, según Román, «te diría que aprietes los dientes y tires para adelante, pero eso no es lo que queremos, sino que buscamos que nos resuelvan el problema», destaca.

De hecho, «la mayoría de los libros de este estilo dan por hecho que estás enfermo o tienes un problema y han encontrado en el estoicismo un filón» porque se trata de una filosofía que permite poder «hablar o escribir como un estoico, pero sin requerir que lo seas en tu vida también», a diferencia de otras tradiciones menos reconfortantes como el escepticismo, el epicureísmo o el cinismo, de la que hay una frase de Diógenes bastante interesante: «A la pregunta de cuándo es adecuado comer, él decía que si eres rico cuando quieras y si eres pobre cuando puedas».

Frente a ellas, sin embargo, es el estoicismo la que más éxito tiene, y cree Román que es porque vivimos en una sociedad «casi completamente apariencial» en la que la nueva realidad es prácticamente virtual y se da en redes sociales. Funciona, básicamente, porque «es la única que permite la impostura».

Algo que ya se veía en grandes referentes del estoicismo, como Seneca o Marco Aurelio, que son un poco «haced lo que digamos, pero no lo que hagamos», porque ambos ejemplos eran en vida lo opuesto a lo que debe ser un estoico: «Renunciar a las pasiones, a las riquezas, etcétera».

Y hoy en día también hay, precisamente, ejemplos de este estilo en nuestro siglo XXI: «Los ciberemperadores como Elon Musk, Jeff Bezos o Jack Dorsey para quienes son muy interesantes los principios estoicos y los utilizan cuando su vida es totalmente lo contrario y es por el gen de la impostura de nuestra sociedad actual». Gente que vende la idea de ser estoicos cuando, en realidad, «solo lo son a ratos», como sus referentes Seneca y Marco Aurelio, el primero un banquero y el segundo un emperador, crueles, avaros y hasta sádicos, sí, pero estoicos, pues no tanto.