Gabriela Canseco posa en su casa de Palma, donde Paco de Lucía vivió durante sus últimos años. | Pere Bota

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Desde que Paco de Lucía falleciera en 2014, su viuda, la restauradora de arte Gabriela Canseco, se ha dedicado de lleno a la divulgación de su legado. «Quiero seguir con el trabajo por el que se dejó la vida», asegura Canseco desde su casa en ‘los altos de Palma’, en la carretera que conduce a Puigpunyent. Tras la gran exposición que organizó el Club Ultima Hora en 2019 en Es Baluard Museu d'Art Contemporani, cuando se cumplían cinco años de su muerte, llegó el Festival Paco de Lucía, que ahora llega a su tercera edición en Palma.

Cuando este periódico la entrevistó el verano de 2019 con motivo de la muestra Paco de Lucía en la Isla. Una mirada íntima 2002-2014, lamentaba que el Gobierno no había hecho nada para recordar a Paco de Lucía, algo que ahora está cambiando.
Sí. En el Festival colaboran el Ajuntament de Palma y el Consell y antes no habían hecho nada por ayudar. Creo que todo este apoyo llegó a raíz de esa exposición, que fue lo primero que hubo en Mallorca sobre él. El primer apoyo que recibí fue el de Carmen Serra [presidenta del Grup Serra] y de Ultima Hora. Gracias a ellos mucha gente descubrió que Paco había vivido y trabajado aquí. En la exposición se recordó que Paco había grabado su último disco, Canto andaluz, aquí mismo, y de hecho se exhibió el traje que sale en la fotografía de la portada del álbum [tomada por la propia Canseco], entre muchas otras.

Y de todos los lugares del mundo que podían elegir para vivir, se quedaron con Mallorca.
Es un momento raro cuando puedes elegir un lugar en el mundo, no sabes dónde ir. Primero pensamos en Latinoamérica, pero había muchos problemas de seguridad. Luego fantaseamos con diferentes lugares y, de pronto, recordamos que teníamos la casa en Campos, donde veraneábamos. Decidimos que Mallorca era el lugar ideal, tenía todo lo que Paco necesitaba: la calma, la tranquilidad, el mar, un lugar que conserva sus tradiciones… Por comodidad, sobre todo por la escuela, acabamos en Palma, porque los niños entraron en el Liceo francés. Pero, como le gustaba el campo… encontrar esta casa fue como si nos tocara la lotería.

En aquella entrevista confesó que le había costado mucho ver los vídeos y fotos de su marido. Ahora que han pasado cinco años, ¿le cuesta menos?
Cuando me llamó Carmen Serra me quedé de piedra, porque nunca había vuelto a ver todo ese material, así que fue un reto importante para mí y significó un paso adelante en el luto. A partir de ahí pude empezar a ver todas esas fotos sin llorar; ya no solamente sufría, sino que disfrutaba de verlo feliz en esas imágenes. Después de aquello fui avanzando y ahora, diez años después de su muerte, puedo decir que lo he superado. El amor va a durar toda la vida.

En la gala de inauguración del Festival lamentó que se le recuerde en la fecha de su muerte y no de su nacimiento, pero, como dijo, muchos recuerdan más qué estaban haciendo cuando trascendió la noticia de su traspaso que no su cumpleaños.
Muchísima gente me ha dicho lo que estaba haciendo en aquel momento o aquel día. Me he dado cuenta del impacto que tuvo para gente de todo el mundo. Reflexionando sobre esta cuestión que plantea, pensé lo siguiente: cuando conmemoras la muerte ya estás celebrando toda su vida; en cambio, con el nacimiento no sabes qué va a pasar luego, cuál es la vida. Cuando recuerdas la fecha en la que alguien se fue, ya sabes toda su historia. No se trata de conmemorar la muerte, sino de celebrar la vida de principio a fin.

También recordó que falleció cuando estaban de vacaciones en México y que él estaba a punto de hacer un nuevo disco, que iba a ser muy personal.
Lo iba a empezar al día siguiente, lo había dejad todo preparado. Paco separaba sus discos en diferentes tipos. Estaban los que eran conciertos en vivo; los de versiones, como es el caso de su último trabajo, Canción andaluza, y luego los que encontraba más difíciles e importantes: los de creación, los de desarrollo del flamenco, como Fuente y caudal o Cositas buenas. Eso es lo que quería hacer. Ya tocaba hacer uno de estos, en los que comenzaba de cero, y por fin había encontrado el momento de calma que necesitaba para llevarlo a cabo.

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Y, según contó, ¿lo iba a hacer en Cuba?
Sí, íbamos a trasladarnos allí durante un año porque quería trabajar con los músicos cubanos y salseros.

Aquí, en esta casa, construyó su primer estudio de grabación. ¿Por qué tardó tanto en hacerlo?
Al final él podía componer en cualquier lugar, no necesitaba tecnología, le bastaban unos cuantos aparatitos. Para componer buscaba un espacio cómodo y tranquilo, que era itinerante, pues se adaptaba al lugar en el que estuviera. En cambio, cuando se montó aquí el estudio, él lo hacía todo. Canción andaluza fue el primer disco que hizo él solito. Por otra parte, hay que tener en cuenta que la tecnología llegó mucho después de que él empezara en la música, así que nadie tenía un estudio en casa. Además, éramos muy nómadas: vivimos en México, Toledo, Campos...

Hasta 2010, la UNESCO no reconoció el flamenco como Patrimonio Inmaterial, algo que sin duda llegó tarde, pero que él celebró con mucha ilusión. ¿Esa era también su lucha?
Era su gran lucha. Decía: ‘Yo mismo me importo menos, me importa más el flamenco’. Quería que dejara de ser menospreciado. Él estaba al servicio del flamenco, era lo que más le importaba. Quería que estuviera a la altura de otras músicas reconocidas internacionalmente, como el jazz u otras músicas que bebieran de las tradiciones. Quería que el flamenco saliera el mundo.

¿Es algo que ya se ha superado?
En el extranjero no hay ningún problema en reconocer el flamenco, pero en España todavía queda eso de llamarlo ‘flamenquito’, como si fuera algo sin enjundia. Pero es una música de raíz y la raíz es el alma; sale por la tierra, se mete en la persona y sale al mundo. Es la música más auténtica que hay, pero todavía se desprecia.

Acaban de anunciar que quedan dos meses para que el Centro de Interpretación Paco de Lucía de Algeciras sea una realidad. Hace cinco años expresó su deseo de que Mallorca también albergara una delegación...
Sí, el proceso se ha demorado mucho, pero parece que no queda tanto ya. Es muy importante que su ciudad tenga un centro de interpretación que cuente su historia. Además, estoy muy contenta porque dentro de unas semanas se celebrará en Nueva York un festival que le rendirá homenaje: el Paco de Lucía Legacy. Serán cinco días dedicados a él en los que participarán una treintena de artistas, como José Mercer, Farruquito o El Cigala. En cuanto a Mallorca, es verdad que el Festival lo recuerda cada año, pero me gustaría que hubiera algo más permanente. Su huella en Mallorca y cómo amaba esta isla son factores demasiado importantes como para que no haya algo así aquí. En cuanto a Mallorca, es verdad que el Festival lo recuerda cada año, pero me gustaría que hubiera algo más permanente. Su huella en Mallorca y cómo amaba esta isla son factores demasiado importantes como para que no haya algo así aquí.

El legado del maestro sigue vivo, pero usted trabaja mucho para que sea así.
Sigo el trabajo por el que se dejó la vida. Siempre iba de gira con él, cuando nacieron los niños también le acompañábamos en muchas ocasiones. Veía cómo de agotado estaba tras los conciertos, cómo se destrozaba los dedos y se ponía hielos en las manos. Siempre estaba trabajando: componiendo, haciendo conciertos y colaboraciones o planificando el próximo proyecto. Así que es natural que yo quiera que eso se perpetúe; seguir haciendo lo que hizo toda su vida: lo que más quiero es que siga su camino, su lucha.