El artista Llorenç Garrit inaugura este jueves en la Marimón 'Anhels d'una deessa menor'. | Jaume Morey

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«Desde que me metí en el universo de los colores no me he podido escapar, por eso mis libros son en blanco y negro», afirma el artista Llorenç Garrit (1981), que regresa al panorama expositivo con la muestra Anhels d’una deessa menor, en la galería Marimón de Palma. La inauguración se celebrará este jueves, a las 19.00 horas, e incluirá una performance de Maria Gelabert.

Para la ocasión, el artista afincado en Santanyí –cuyo estudio cumple diez años–, propone un «juego» expositivo inspirado en la religión sintoísta, «donde todo elemento puede tener un alma y, dependiendo de cuánto crea la gente en él, este se vuelve más o menos poderoso, llegando incluso a la condición de dios». Los cuadros que conforman este proyecto, detalla, son «una descomposición de las ideas». Y ahí reside el juego: «Las diosas no aparecen hasta que alguien no las observa».

Espectador activo

De esta manera, el espectador que se limite a ver los cuadros observará partes del cuerpo, pero también otros objetos y discursos fragmentados que cuestionan precisamente la noción del entorno y de la realidad. Con todo, el visitante más perspicaz hallará algunas diosas escondidas en la propia Marimón, que son cuatro: Consciència, Comprensió, Empoderament y Descans. «El objetivo es que el público interactúe, que no sea un mero espectador que vea unos cuadros, sino que sea un participante activo», razona.

Todos estos elementos, señala, responden a una mezcla de «filosofía pop», principal fuente de inspiración de Garrit. «Me inspira más la filosofía y la metafísica que la propia pintura, aunque mi acercamiento es muy pop, pues no soy ningún estudioso de la filosofía, aunque sí leo muchísimo. Me atrae mucho el universo de los surrealistas», apunta, a la vez que recomienda tomarse con tiempo la exposición –algo que sugiere, de forma literal, una de las piezas–. Y es que el colorismo de Garrit incorpora también una crítica a la contemporaneidad y «al mundo de las ideas»: «Todos tenemos claro el concepto de silla, pero cuántos tipos de sillas hay».

Asimismo, el creador razona que el título de deesses menors guarda una doble intencionalidad. En primer lugar, responde al hecho de que «la ilustración es considerada la menor de las artes, así que quería reivindicar su importancia y valor». «Los cuadros pueden ir al MoMA, pero la ilustración es otra cosa. En cambio, aprecio muchísimo más cuarenta y dos páginas de viñetas, que son como pequeños cuadros excepcionales, que no un hombre que pinta tres cuadros con una mancha enorme».

En cuanto al mensaje o sensación que quiere transmitir al espectador, Garrit se muestra rotundo: «Huyo por completo del adoctrinamiento. Creo desde la humildad. No tengo la potestad para decir a nadie lo que tiene que pensar. Estoy totalmente en contra de los moralistas, me sacan de quicio».

«La percepción es que bebo de muchos conceptos y mi trabajo se nutre del pensamiento más crítico, que no está condicionado por lo mainstream. Con mi obra satirizo las religiones, pero a la vez me sirvo de conceptos suyos, que enfatizo porque son interesantes y nos han llegado mal a Occidente, como las lecciones orientales sobre el ego, que se han desvirtuado. Así que más que aleccionar, lo que intento es despertar conciencia, que sea el espectador el que busque o vea una relación con lo que propongo», concluye.