El escritor Joan Antoni Cerrato (Manacor, 1961). | Pere Bota

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Joan Antoni Cerrato (Manacor, 1961) se estrenó en el panorama literario con Emily Dickinson, a la que considera «la poeta más importante que haya existido», con Poemes de passió i enginy, en 1988. Ahora, el autor le rinde homenaje en Dickinsonianes (El Gall Editor), que ha ganado el 33 Premi de Poesia Òmnium Vallès Oriental.

Dickinsonianes es un título que deja claro que se trata de un homenaje a Emily Dickinson, ¿no es así?
—Efectivamente. Para mí, Emily Dickinson es quizás la poeta más importante que haya existido. Solo me atrevería a compararla con Shakespeare, en cuanto a su importancia literaria. Y no puedo negar que ha influido en mi forma de hacer versos.

¿Cómo concibe este poemario?
—Surgió a partir de la idea de agrupar por temas su vasta producción, pero más que el contenido, me he centrado en la forma. Por ejemplo, utilizando sus característicos guiones como única puntuación. Quizás haya una excepción: el poema Carn salvatge, directamente surgido de Wild Nights de la poeta norteamericana.

Es una autora que ha traducido y leído hace tiempo, ¿qué destacaría de ella?
—Sí, la traduje en el que fue mi primer libro publicado, que titulé Poemes de passió i enginy, en 1988. Y todo surgió a raíz de escuchar una canción de Simon & Garfunkel: For Emily, whenever I may find her. Cuando averigüé que trataba sobre ella, quise indagar más; la leí y de inmediato caí en su trampa de pasión e ingenio. Luego ya vino la lectura de la traducción de Marià Manent... y hasta hoy. Además, la he traducido al completo: 1789 poemas nada menos. Las características que hacen tan especial a esta poeta universal, a mi parecer, se pueden resumir así: se trata de una lírica excepcionalmente personal, donde la trascendencia es crucial. Sus temas son el amor, la muerte, la inmortalidad. Pero también es una poeta de la naturaleza, que incide sobre todo en plantas y animales. Desde su mundo privado de reclusión crea todo un universo a través de una retórica muy particular que nos ofrece crípticamente un análisis profundo del interior humano en unos poemas breves, casi epigramáticos

¿Qué tienen en común Cerrato y Dickinson?
—A nivel espiritual, tengo muchos puntos en común con ella, sobre todo en mis intenciones poéticas y en el rigor literario. En el aspecto vital, quizás me parezca a Dickinson en el sentido de que sé disfrutar de la soledad.

En el prólogo, Pons Alorda hace referencia a la literatura como droga y afirma que Dickinsonianes podría ser un «manual de un yonqui de los versos fundadores» de la poeta. ¿Cómo lo ve?
—Es todo un halago viniendo de un crítico que respeto mucho, además de ser un destacado escritor. Supongo que se refiere a que Dickinsonianes hace un homenaje al estilo de la autora. Y por supuesto que hace referencia a los siete años que dediqué a la traducción al catalán de sus poemas. Llevo desde hace mucho tiempo inyectados en sangre los versos de esta autora.

El poemario se divide en diferentes apartados, que van desde Com funciona l’amor, La tasca de la paraula, L’obra d’art hasta Quan l’amor no funciona. ¿El libro habla sobre todo del amor?
—Yo no diría tanto, aunque el amor es el verdadero motor de la existencia, sea del tipo que sea. Naturalmente, procuro siempre en mis trabajos impregnar todo el amor que llevo dentro. Aunque me ha ocurrido, pocas veces escribo desde la tristeza o la rabia.

También se abordan otras temáticas, como la familia, el lenguaje o la muerte. Al final, ¿los temas siempre son los mismos y la originalidad reside en cómo se tratan?
—Para mí la forma y el contenido deben fundirse, interrelacionarse. Como todo se ha dicho ya en literatura, es una evidencia que debes ser original cuando escribes.

¿Qué proyectos tiene entre manos?
—Estoy traduciendo el Finnegans Wake, de James Joyce, que ha sido premiado con el premio-beca Vidal Alcover este año, una novela pretendidamente intraducible, llena de retruécanos y neologismos a partir de más de cincuenta idiomas. Me encanta inventarme palabras y jugar con el lenguaje. El libro ya ha sido traducido en diez lenguas, entre ellas el chino. Anecdóticamente diré que ya se han hecho varias reediciones, se ha convertido en un auténtico bestseller.

¿A qué se refiere con «pretendidamente intraducible»?
—Lo digo porque es un libro oscuro, que no sigue en absoluto las reglas de la expresión narrativa convencional. Es más que necesario que dispongamos de esta obra maestra en catalán. Y, como poeta, estoy a medio camino de acabar un libro que se titulará L'art de morir en voler elaborado a partir de monólogos dramáticos de poetas suicidas. Me divierte suicidarme en el papel de las más diversas maneras para luego darme cuenta de que sigo vivito y coleando.