El cantante Víctor Manuel. | R.C.

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Como Robert Jordan, el guerrillero idealista de Por quién doblan las campanas, Víctor Manuel se da de bruces contra el mundo que le rodea. Pero a diferencia del personaje de Hemingway, el de Mieres no orbita la Sierra Madrileña fusil en mano, escribe canciones que glosan los sentimientos que emanan de lo cotidiano. Sublime, dolorosa, plena y desgarradora, la poesía de la calle se transforma en la voz de Víctor Manuel, y sus textos carga dos de sinceridad apelan al susurro reconfortante, pero también al rugido reivindicativo. Aunque, si le preguntan, les dirá que su espejo es John Macreedy, el personaje que bordó Spencer Tracy en La conspiración del silencio, una joya por la que no pasa el tiempo, marcada por la sombra del ‘mccarthysmo’. Una historia que, como su repertorio, es un canto a la libertad, a no dejar que nos corten las alas. El Auditòrium de Palma acogerá el próximo viernes 15 de diciembre un repaso a su dilatada carrera, a partir de las 21.00 horas.

Sesenta años de carrera... ¿le parece que fue ayer?
Exacto, no tengo la sensación de que esos 60 años queden demasiado lejos.

Usa la crítica y la ironía pero en su cancionero hay mucha ternura...
También tengo dramas rotundos pero sí, sobretodo lo que más hay es ternura.

¿Siente que ha superado la línea en la que ya no tiene que demostrar nada a nadie?
Hombre, en este país es muy difícil. Vales lo que vale tu último proyecto.

¿Qué personaje o qué historia merecería una canción de Víctor Manuel?
Muchas. A diario veo o leo cosas que me sugieren una canción.

¿Hay que cantar canciones tristes para ser felices?
Las canciones tristes dan mucho juego, las historias que nacen de un drama calan más hondo.

¿En qué tema de su repertorio se reconoce más?
Me reconozco en varias, pero la piedra fundacional fue ‘El cobarde’.

¿La realidad social y política le ha hurtado al ciudadano el derecho a la utopía?
Sí, sigue habiendo gente utópica pero es difícil no anclarse en la Tierra.

¿Por qué cree que en este país hay cada vez más gente que prefiere los muros a los caminos?
Porque estamos en la sociedad del miedo y el enfrentamiento. Esta sociedad la han inventado otros y la sufrimos nosotros.

¿Ya no quedan paraísos, ni siquiera el de la infancia?
La infancia está siempre ahí, para mí es un pozo donde siempre hay agua, es la patria de uno.

Joaquín Sabina me dijo que sus musas están viejas y tienen mal aliento, ¿qué tal andan las suyas?
(Risas) Pues hombre, cuando las saco a pasear todavía me funcionan, por eso me sigue interesando la composición.

Según Leonard Cohen hay tres cosas difíciles de conciliar: la pasión, el amor y la convivencia... ¿Perseguimos un imposible?
Sí, seguramente. Pero eso es la vida: alcanzar lo inalcanzable.

¿De qué es más fácil convencerlo, y en qué se muestra intransigente?
Soy un hombre muy fácil al que le cuesta decir que no.

¿Es más importante el camino o el objetivo?
El camino, es el estímulo.

Rimbaud escribió ‘mi única juventud fue la locura’, ¿la suya fue tan retadora?
No, yo nunca he tenido la sensación de estar fuera de la realidad. A veces tienes derivas que te sacan del camino, en mi caso el éxito, te crees que eres el ‘rey del pollo frito’, y realmente solo es una forma de desestabilizarte.

¿Cuál es la mayor lección que le ha dado la vida?
Me enseñó a portarme con la gente de la misma forma que quieres que te traten a ti.

¿Qué día la ovación del publico le dejó petrificado?
Todos los días. A veces me dan ganas de tirarme al suelo y besarlo como hace el Papa. ¿Hay un trabajo mejor que este?

En sus textos hay muchas historias de perdedores, ¿qué le atrae de los desheredados?
Cuando sale a la calle para inspirarse, cada autor ve cosas diferentes, uno no escoge los temas, ellos te escogen. Yo no pensé premeditadamente hacer una canción sobre dos discapacitados que se aman.

¿En qué personaje del cine o la literatura se siente reflejado?
En el personaje que interpreta Spencer Tracy en La conspiración del silencio ¿La conoce?.

Por supuesto. ¿Sabe que Tracy dijo que el mayor reto para un artista consiste en escoger entre ser un buen padre o un buen profesional?
Pues mira... yo creo haber sido un buen padre y un buen profesional, pero para ser un buen padre he tenido que renunciar a temas profesionales. No todos los artistas lo viven igual, recuerdo que en el 72, cuando hice la gira con Julio Iglesias, él me decía que su trabajo era lo primero.

Casi 60 años de carrera, ¿cuál ha sido su mayor decepción?
No tengo tendencia a decepcionarme y hundirme. La vida es un puzzle y a veces te falta alguna pieza, y ¿qué haces?, pues seguir, no pasa nada.

¿La canción de autor simboliza una actitud ante la vida?
Sí, pero ser autor y cantar lo que te pasa tiene sus limitaciones.