La comisaria de arte y escritora Marisol Salanova. | Berta Delgado

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Tocar el piano, la guitarra, escribir, pintar o, simplemente, hacer una fotografía. El impulso creativo es inherente al ser humano, pero no es algo que se cultive en exceso. El filósofo Nuccio Ordine, fallecido hace unos meses, lo explicaba con su contradictoria máxima: la inutilidad de lo inútil. Si algo no es productivo en nuestra sociedad, no sirve, y por eso es vital. En esta línea se mueve Marisol Salanova, crítica y comisaria de arte formada en filosofía, lanza su libro Inteligencia artística (Plataforma Editorial) y lo presenta este jueves, a partir de las 19.00 horas, en la librería de Es Baluard, con motivo del programa Llegim juntxs. Su obra es una excusa para reivindicar el concepto que da título al libro y que «tenemos todos», y acercar el mundo del arte a la gente.

Según Salanova, la idea de inteligencia artística está «menos desarrollada en función de si lo hemos ejercitado o no» y es una mezcla entre «la creatividad, el disfrute y la representación estética de una idea original de nuestra imaginación». No obstante, en un mundo como el nuestro, tan técnico y dirigido hacia el pragmatismo, «se trata de una capacidad que permanece dormida si no recibe los estímulos adecuados», lo que ocurre porque «el ambiente en el que nos movemos nos transmite la idea de que lo creativo no es útil».

Según la escritora, esto se debe a que «se nos programa para no desarrollar nuestra creatividad porque fomenta el pensamiento crítico», algo incómodo en una sociedad que se pretende homogénea. Por ello, en su libro propone al lector ejercicios para el fomento de su propia creatividad que ayudan a que la imaginación de cada uno eche a andar, y sirve como una cortapisa a los problemas de salud mental tan presentes: «Muchos problemas depresivos o ansiosos tienen que ver con pensar mucho a largo plazo, pero cuando trabajamos sobre el corto plazo conseguimos pequeñas metas que nos hacen conocernos mejor y nos autorreliza».

A su vez, acercar el arte y los procesos creativos y artísticos son otra de las metas que se propone con Inteligencia artística, ya que «muchos consumimos productos artísticos, como una película, y no somos conscientes del proceso artístico que hay detrás».

El objetivo primordial se halla a medio camino entre la comprensión del mundo del artista y su proceso, además de la capacidad de autoconocimiento y expresión de cada uno: «Quiero dar herramientas a los lectores que están a su alcance y en su mente, pero están olvidadas o le son desconocidas», explica Salanova.

En un contexto en el que la Inteligencia Artificial está en boca de todos, la artística aparece como una manera de recuperar aquello genuinamente humano, «esa necesidad, desde el comienzo, de comunicarnos a través de imágenes, como en Altamira. Lo hemos sofisticado, pero las pulsiones y los deseos no han cambiado tanto».