El escritor y crítico literario Nadal Suau (Palma, 1980). | Jaume Morey

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Nadal Suau (Palma, 1980) se alzó con el Premio Anagrama de Ensayo por Curar la piel. Ensayo en torno al tatuaje, un libro que parte del fenómeno y práctica del tatuaje para indagar en la memoria y el paso del tiempo. Lo presentará el próximo 16 de noviembre en Drac Màgic (Palma).

Arranca con la frase «Tatuarse es una fiesta». Sin embargo, Curar la carne evoca heridas, dolor...
El título, en realidad, tiene un doble sentido. Por una parte, hace referencia al cuidado de la piel tras hacerse un tatuaje. Por otra, tiene que ver con el mundo del arte, el aspecto curatorial. Dicho esto, es verdad que el tatuaje implica varias cosas y una de ellas es su componente de ritual. Así, entra en juego lo que podría considerarse, entrecomillas, un sacrificio y, en consecuencia, un cierto dolor. Pero son cuestiones que no me parecen contradictorias porque, realmente, el día en el que me tatúo es un gran día. Es como si el tiempo quedara congelado, es un día consagrado. Sientes curiosidad por cómo quedará el tatuaje y luego, normalmente, una vez hecho, me voy con el plástico en la piel a hacer una cerveza. Así que sí, literalmente tiene algo de fiesta.

En el prólogo avisa que podría explicar de forma extensa o breve por qué se tatúa, pero lo sintetiza así: «Porque me encanta». Y también es un poco ‘¿por qué no hacerlo?
Es cierto, la posibilidad está ahí y se puede explorar. O no, claro, afortunadamente no es obligatorio, ¡faltaría más! Hace diez años que empecé a tatuarme y, si me lo hubieran dicho cuando era joven, no me lo hubiera creído.

El tatuaje, le da pie a hablar de muchos temas, especialmente de la memoria y el tiempo.
Los tatuajes son los protagonistas del libro, pero, como ocurre en las películas donde el protagonista no es el tema, sino el que encarna ese tema, aquí hay varios asuntos. En resumen, efectivamente, habla del paso del tiempo, de las relaciones de las personas con él. ¿Y qué quiere decir el tiempo? Que envejecemos, que perdemos y ganamos gente y que la historia de nuestra vida se va transformando. La cuestión es cómo encontrar un equilibrio entre la memoria y la transformación, cómo integrar la vida con lo que se pierde y se gana. Tatuarse tiene mucho que ver con todo eso.

Es una manera de fijar algo efímero para siempre, o casi...
No pienso demasiado en cómo envejecerán los tatuajes. En el libro hago referencia a que el filósofo Santiago Alba Rico afirma que nos tatuamos para fijar nuestro cuerpo, como si quisiéramos ser siempre jóvenes. Pues si alguien se tatúa por eso se llevará una gran decepción. Para mí es una huella que tú decides y asumes que cambiará contigo. La vida es memoria y transformación. Si no nos transformamos es que morimos y, si no hay memoria, dejamos de ser quienes somos.

Critica la falta de incomprensión hacia las personas tatuadas. «Somos dignos de ternura», dice.
Todos somos dignos de ternura. Incluso los que se tatúan pensando que provocarán a alguien. No provocarás a nadie, alma de cántaro, no importas tanto. En cuanto a las críticas, es verdad que mucha gente comenta los tatuajes de otros. Es algo que parte de la idea del tatuaje como exhibicionismo y un poco sí, pero no es eso exactamente. O no para todo el mundo. Es cierto que buscas la mirada de alguien, la tuya o de alguien cercano, pero es curioso que un desconocido tenga tanta facilidad para comentar los tatuajes que llevas. Asimismo, también hablo de aquellos que llamo ‘los enemigos del tatuaje’, que odian a los tatuados y lo gritan a los cuatro vientos. He leído comentarios sobre el premio. De los diez que podría haber, uno me felicitaba, otro decía que me daría una oportunidad porque le gustaba Anagrama y los otros ocho decían que era algo horrible y sucio. Hay cierto puritanismo y, como me dijo un amigo hace poco: hay mucha rabia por la libertad ajena que, en el fondo, es de la propia.

En un momento en el que parece que todo es volátil y acelerado, ¿es el tatuaje una especie de revolución o acto de rebeldía?
No me gustan esos términos, pero es verdad que el momento en que tomas esa decisión es definitiva, de ahí la paradoja de que hablemos de moda, porque nada es menos perdurable que la moda. Como decía, no me convence la palabra ‘revolucionario’, pero sin duda no va en la lógica del tiempo, por muy normalizado que esté. Los tiempos son fugaces, la aceleración es continua y te dicen que tienes que estar dispuesto a cualquier cosa antes de que desaparezca. En este punto, la cultura del tatuaje está en sintonía con la necesidad de otros ritmos de vida y es un contrapeso a la obsolescencia. Por otra parte, está en contacto con las tendencias actuales de narcisismo o, como lo llaman los neoliberales, esa ‘marca personal’.

Hablando de rituales y de ‘para toda la vida’, el tatuaje podría ser, a parte de tener hijos, como el acto más definitivo?
El para siempre no existe, es una fantasía. Sí que podría equipararse al ritual de casarse. Creo que cada vez hay una mayor necesidad de rituales, de un arraigo en nuestras vidas para conseguir un ritmo más lento de las cosas. Diría que precisamos de tres cosas: rituales, arraigo y un ritmo m´sa lento. Lo delicado del asunto es que se corre el peligro de caer en la nostalgia o el conservadurismo. Es decir, para defender esas tres cosas tenemos que pensar en formas nuevas de hacerlo para no caer en la trampa de que ‘nuestros abuelos o nuestros padres vivían mejor’.

El ensayo parece también una reconciliación consigo mismo y su padre también tiene mucho peso.
Sí, aunque no es reconciliarme porque tuviera con él algún problema, sino más bien coincidió que estaba escribiendo el ensayo a la vez que mi padre se estaba muriendo. Al principio quería que representara un contrapunto, como la voz a la que te diriges para explicar. Finalmente, el papel de la enfermedad y la muerte fueron tomando más peso. El libro empieza de una manera y va girando hacia lo más personal.