André Aciman, autor de 'Call me by your name', presentó su nuevo libro, 'Homo irrealis', en el FLEM. | Jaume Morey

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En 2017, James Ivory en el guion y Luca Guadagnino en la dirección llevaron a la gran pantalla la que era la primera novela del escritor André Aciman, publicada 10 años antes. Se trataba de Call me by your name (Llámame por tu nombre), una historia que, leída hoy en día, evoca irremediablemente los rostros Timothé Chalamet y Armie Hammer por sus magníficas interpretaciones. Para su autor, no obstante, no es su libro favorito, sino que elegiría Ocho noches blancas, pero la fama del cine es lo que tiene: «Todos leen la primera, pero nadie la segunda», se lamenta con humor. Aciman ha estado este fin de semana en Mallorca como cabeza de cartel de la tercera edición del Festival de Literatura Expandida a Magaluf que hoy llega a su fin y adonde arribó con Homo irrealis bajo el brazo, su nueva obra en la que explora las vidas posibles que no han sido, pero podrían haber ocurrido.

Este libro explora lo que podría haber pasado y la persona que podría haber sido si eso que no ocurrió hubiera ocurrido. ¿Por qué esta temática y cómo lo ha tematizado?
—El por qué es la razón por la cual lo he escrito, para intentar hallar la respuesta a esa misma pregunta. Siempre he querido escribir sobre la vida no vivida. No tengo ni idea de lo que es, pero siempre he mirado en esa dirección en parte porque mi propia vida ha sido interrumpida varias veces. Me he obsesionado por el tipo de persona que podría ser sobre todo porque no creo en la identidad. Quiero tener una, pero no creo que exista y nunca he estado convencido de que haya.

¿Cómo lleva lo de no tener identidad?
—Una de mis maneras de convivir con ello es escribir acerca de ello. Aunque no creo que escribir sirva de nada porque, como decía mi padre, solo es papel y realmente no importa. Escribo acerca de la persona que podría ser, pero al mismo tiempo el hecho de escribir queda invalidado por el de que no confío en el papel, así que no tengo identidad.

En ‘Llámame por tu nombre’ hay un importante trasfondo filosófico centrado en la figura de Heráclito que sobrevuela toda la obra, ¿por qué este autor y cómo lo relaciona con la historia?
—Siempre me ha interesado Heráclito porque no tenemos ningún libro suyo, solo citas y fragmentos. Me gusta mucho su idea de que no puedes meterte dos veces en el mismo río porque el agua, como la vida, fluye sin parar y todo cambia. Panta rei (todo fluye), como solía decir. Y a pesar de todo, Heráclito es alguien cuyo carácter puedo entender incluso sin tener ningún libro. Por eso quise explorar muchos aspectos de él en Llámame por tu nombre y, de hecho, no creo que Oliver sea un personaje capaz de entender al autor, pero yo sí.

A su vez, Heráclito tiene una frase, que de hecho aparece en la novela, que se puede asociar perfectamente a la relación de Elio y Oliver y que dice así: ‘A la naturaleza le gusta ocultarse’. ¿Entiende el amor como algo que solo puede ocurrir al aceptar la propia vulnerabilidad?
—Sí, pero le doy una vuelta a su argumento. Hace unas semanas estuve en una iglesia y envidié a la gente que rezaba y buscaba a Dios para tener su consejo. Envidio eso, esa fe. Luego pensé que para tener fe necesitas tener amor y no estoy seguro de haberlo encontrado nunca más allá de algo esporádico. Para encontrar algo que amar, básicamente, has de encontrar tu propia vulnerabilidad, sí, pero también la fe en que alguien pueda entenderte y quererte de vuelta, y para mí siempre ha sido difícil de creer que alguien pueda quererme. Puede que lo hagan unos días o incluso años, pero no espero que me amen para siempre del mismo modo que yo tampoco lo haré.

¿Qué diferencia ve entre lo autobiográfico y escribir ficción mirando hacia uno mismo?
—Siempre digo que no veo ninguna diferencia entre memoria y ficción. No la noto y no acepto esa diferencia en un nivel esencial porque cuando empiezo a escribir sobre algo que yo sé que ha pasado y he vivido ya lo estoy alterando. El simple hecho de ponerlo en palabras ya lo cambia. Por ello, si pongo una coma en un sitio o en otro puede cambiar mi vida entera. Cuando escribí Llámame por tu nombre la gente daba por hecho que era algo que me había ocurrido, y les contestaba que no lo sabía. Quizá era algo que quería que me hubiera pasado, pero no estoy seguro ya. Simplemente no hay diferencia entre ambas cosas.