La ya exdirectora de Es Baluard, Imma Prieto, posó esta semana en el museo de Palma. | Miquel À. Cañellas

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Apenas seis meses después de asumir la dirección de Es Baluard Museu d’Art Contemporani de Palma, tuvo que hacer frente a una situación anómala y extraordinaria: la pandemia del coronavirus que paró al mundo entero. Superó esa gran crisis y, haciendo balance, considera que ha alzado el museo a lo más alto: «Ahora está en el mejor momento de toda su historia». Hablamos de Imma Prieto, que se despide esta semana de su cargo al frente del espacio tras cuatro años de trabajo y que está a punto de emprender una nueva etapa al frente de la Fundació Antoni Tàpies de Barcelona.

¿Cómo han sido estos últimos días en Es Baluard?
—Han sido días extraños; por un lado tiene la ilusión por lo nuevo, pero Es Baluard es algo mal de dejar. En estos cuatro años he intentado dar lo mejor de mí, he trabajando a conciencia para levantar el museo y todo lo que rodea a la institución, aunque siempre te vas sabiendo que faltan cosas por hacer.

¿Cómo por ejemplo?
—Sobre todo cuestiones de infraestructura, como sacar las oficinas del sótano para darles luz, hay un proyecto con el estudio Herreros que se aprobó, pero el presupuesto está pendiente para este año. También me hubiera gustado dejar la cafetería en funcionamiento, pero las obras se han ido retrasando. Son cuestiones de este tipo, con los que quería darle mi última pincelada al museo.

¿Seguirá conectada con Es Baluard?
—Sí, claro. He dejado todo el 2024 programado y habrá grandes proyectos, como la primera exposición, que girará en torno a Katja Meirowsky y el Grupo Ibiza 59. Sigue una línea de recuperación de la memoria que iniciamos con Tur Costa y Maria Lai. Está comisariada por Bartomeu Marí y yo misma, por lo que no dejaré de estar conectada con el museo. Volveré para la Nit de l’Art [23 de septiembre] y estoy a la disposición del museo mientras no tenga a un director, no podía ser de otra manera. Espero que el museo tenga a un director o director mejor que yo para que siga creciendo.

¿En qué momento pensó: ‘mi momento aquí ha terminado’?
—No es algo que haya pensado, es una opción personal. Yo soy de Barcelona, allí tengo a mi familia y amigos, aunque aquí he hecho grandes amistades. Me voy con buen sabor de boca y muy agradecida.

A grandes rasgos, ¿qué balance hace de su paso por Es Baluard?
—Muy positivo, teniendo en cuenta la pandemia en mis dos primeros años y recién llegada. El Patronato del museo me ha ayudado y apoyado siempre, han entendido mis líneas de investigación y grandes proyectos como la performance sobre Ubú o el congreso CIMAM, siempre me he sentido arropada. Y, sin duda, le doy las gracias al equipo del museo, siempre digo que un director no es nadie sin su equipo, ni el equipo sin director. El museo necesitaba líneas de trabajo estables y creo que lo hemos conseguido. También es muy importante la entrada del Ministerio de Cultura en el Patronato, así como la de una figura como el artista, en este caso Bernardí Roig.

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¿Se siente más orgullosa de algún proyecto en especial?
—Sobre todo del laboratorios como el LAP. Zona de contacte, que es muy importante y de gran envergadura, o I-Cordes. Ambos han traído a Palma a grandes figuras del pensamiento, de sociología, biología, economía o filosofía. Estoy especialmente satisfecha con ambos, aunque la pandemia nos impidiera arrancar antes con estos programas. He trabajado mucho los programas públicos y el presupuesto del museo, lo dejo con tres millones de euros.

Se marcha para dirigir la Fundació Tàpies de Barcelona. ¿Qué le motivó a la hora de presentarse al cargo?
—Por un lado, he visto grandes exposiciones allí, he crecido con la Fundació Tàpies, a finales de los 90 y principios de los 2000. Está conectado con grandes profesionales que han sido importantes en mi carrera. Es una gran institución y con muchas posibilidades, centrada en la obra de un artista pero pensando en el presente a través de otros creadores.

¿Qué huella cree que deja en el museo?
—La impronta de que hoy el museo está en el mapa internacional, fuera de aquí Es Baluard apenas se conocía, a nivel nacional se sabía que existía, pero tampoco... y esto ya no es así. Me alegra cuando compañeros de profesión me dicen que hay artistas que hacen proyectos pensando en Es Baluard y eso antes no sucedía. Esto lo sé por relatos de esos compañeros y es un orgullo.

También ha podido conocer el tejido cultural de Palma y de la Isla. ¿Cómo lo valoraría tras cuatro años aquí?
—Hay una buena red de galerías privadas, en se terreno hay un gran nivel, sobre todo por la escala de la ciudad, que no es la de Madrid o Barcelona. Se puede comparar con otros lugares como Valencia o Sevilla. La red de galerías es increíble y tenemos cinco grandes instituciones: Fundación Museu Juan March, CaixaForum, el Casal Solleric y Es Baluard. Hay mucho potencial.

¿Qué consejo le daría al siguiente director o directora del museo?
—Lo primero que le diría es que hable mucho y escuche al equipo, porque Es Baluard tiene a un gran equipo.