Luisa del Valle, Pierre Nolasque Mbyaliyehe y Joan Guaita, ayer en la presentación de la instalación que ha realizado la primera sobre la imagen de la virgen dormida dels Sagrats Cors de Palma. | Jaume Morey

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En una sociedad en la que manda el ruido, el estrés, las prisas, resta poco espacio para la reflexión, para conectar con uno mismo y los demás. Por eso, en su intervención sobre el Llit de la Mare de Déu Dormida de la iglesia del Sagrats Cors de Palma, la artista y orfebre Luisa del Valle, «la única mujer en España que lo es hoy en día», según cuenta ella misma, ha despojado a la talla de prácticamente cualquier tipo de detalle y ornamentación. Una sencillez que sí invita «a la contemplación y el pensamiento».

Así es la propuesta con la que la Fundació Amics del Patrimoni celebra la fiesta de la Asunción y que este 2023 conmemora su vigésima edición, todo un logro de lo que «no todo el mundo» puede presumir, señala su presidente y alma máter, Joan Guaita. Bajo el título El último sueño profundo, se inaugura este jueves, a las 20.00, en este templo de Ciutat.

Cuando uno accede al Sagrats Cors se topa de manera directa con el Llit de la Mare de Déu Dormida rodeado de un total de quince sillas que estaban en un monasterio de clausura de la Isla que, «por desgracia, ya no está habitado; fue verlas y supe que tenían que estar en esta instalación», cuenta Del Valle sobre su visión de la Verge, una imagen que reposa sobre un mantón azul cielo y porta un collar de perlas dorado que la propia orfebre ha confeccionado para la ocasión.

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También es una intervención reivindicativa con el comercio de toda la vida, con esas mercerías que prácticamente han desaparecido en beneficio de las franquicias que copan nuestras calles y avenidas. Por eso ha colocado a los pies cintas de tela de diferentes colores compradas en uno de sus comercios que simbolizan «el luto y cómo se contempla la muerte desde otras culturas».

Poesía

La premisa de Luisa del Valle es que, al despojar a la Verge de cualquier adorno, consigue que se genere «un sentimiento hacia ella de poesía, porque la Virgen no ha muerto, se ha dormido; quiero que la gente se siente en una de estas sillas y la arrope guardando un cierto silencio, un silencio que no encuentras en la calle en la vida diaria», remarca la orfebre. «El silencio es un bien escaso», apunta en ese momento el propio Joan Guaita.

Del Valle es seguidora de la imagen de la Mare de Déu Dormida y aprecia todo aquello que la rodea y adorna, la dota «de belleza, pero siempre está muy sola». De ahí la instalación de las sillas, «para arroparla, estar con ella, contemplarla y admirar esa belleza que tiene su imagen dormida». También las sombras juegan un papel destacado su visión del Llit de la Mare de Déu Morta, «era algo también muy importante en mi intervención», sostiene la creadora, quien confiesa que esa admiración por la Virgen le viene de «haberme criado en un colegio de monjas, para mi es el símbolo del vehículo del cual los seres humanos venimos a la vida».

Por su parte, Joan Guaita celebra esa imagen «sobria y muy austera, creo que de las veinte instalaciones que ha habido es una de las que expresa más, se ve expresionismo, no solo belleza, es una nueva belleza».