El escritor y colaborador de este periódico Miquel Àngel Vidal. | Jaume Morey

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Tras cuatro libros de cuentos con una cierta unidad interna, Miquel Àngel Vidal se topó con historias raras, de esas que no encajaban en ningún lado. Sin embargo, «me interesaban mucho», de modo que no podían quedar en el tintero, nunca mejor dicho. Así nace Una lliura de carn (Disset Edició), un libro que reúne todas esas historias que, por diferentes, acabaron juntas. Firmará ejemplares en la Fira del Llibre de Palma, que se celebra en el Passeig del Born: el martes 30, a las 18.00, en el estand de Embat; el sábado 3 de junio, a la misma hora, en el de Quart Creixent y luego, a las 19.00, en Literanta.

El propio Vidal explica que se trata de unos relatos «independientes», ideas que exploran «el intento de que haya cierta innovación en la manera de contar las cosas», ya sea a nivel formal, estructural o de contenido. Así pues, los cuentos de Una lliura de carn buscan «conmover, provocar al lector, que pueda parecerle interesante porque, al final, escribimos para él».

Uno de esos casos paradigmáticos es Culs, una historia sobre un ‘proctófilo’, un estudioso de los culos que los cataloga, alaba y valora. Se trata de un «cuento muy irónico, con un elemento de humor importante» y que busca huír de la «autocensura», algo que Vidal lamenta por estar a la orden del día, en su opinión.

Libertad

«Hemos pasado de la censura política del franquismo a la autocensura de los escritores por no escribir con total libertad porque sabemos que nos van a dar palos por decir algo políticamente incorrecto». Por ello, en Culs, Vidal se vio obligado a realizar una introducción expiatoria en la que explica no solo la idea del relato ante el riesgo de que le tilden de machista o misógino, sino también detallar que sigue la estela de Senos, de Ramón Gómez de la Serna, o Coños, de Juan Manuel de Prada.

Y es que para Vidal «la literatura debe causar sorpresa o, por lo menos, estimular al lector a seguir leyendo y a pensar por su cuenta», por ello ve la contradicción que aparece cuando se reclama al arte constantemente ser irreverente y, en el momento en el que lo es o trata de serlo, se lo tilda de retrógado, detalla el escritor.

Orden

En cuanto a la estructura del libro, Vidal señala que el orden ha sido bastante sencillo de hallar: «Es alfabético por los títulos de los cuentos» ya que «tenía conciencia de que no eran homogéneos», sin embargo esto generó la curiosa circunstancia de que el último de todos, el que cierra el libro, es también el que da titulo a la obra en su conjunto, por lo que abre también la edición.

Se trata, claro, de Una lliura de carn, referencia directa a El mercader de Venecia, obra de Shakespeare que es prácticamente un referente para Vidal. «Es un guiño a mi pasión por la literatura clásica», detalla Vidal que confiesa sentirse «perdido» ante la avalancha de nuevas obras que se publican cada mes. Y no es ajeno a la ironía de que él contribuye a engrosar la lista de novedades: «Sin hacer menos caso a mi obra, tengo la sensación de estar extraviado ante tanta obra nueva y, sin embargo, veo un refugio o certeza en acudir a los clásicos».