El tatuador y artista Nil Marqués, en su estudio de Palma. | M. À. Cañellas

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«Una de las diferencias más grandes que he notado es la libertad», contesta el menorquín Nil Marqués, tatuador con estudio en Palma que inaugura el día 11 de mayo su primera exposición como pintor. Bueno, técnicamente Marqués ha sido pintor desde siempre y sus exposiciones son andantes, ya que su campo de trabajo ha sido la piel durante años, pero «notaba que era el momento de mostrar lo que podía hacer», detalla el artista, por lo que dio el salto al gran formato, uno que le permite explorar con tamaños difíciles de alcanzar entre los recovecos de la geografía humana y con la extrema facilidad de que «puedo echarle muchas horas porque el lienzo no se queja del dolor», comenta.

Su exposición, que tiene por título Machines of Beauty, un nombre escogido por una Inteligencia Artificial y que reconoce esperar no utilizar más, será en Garaje Son Armadans a partir de las 19.00 horas el mismo día 11 y explora la temática «del ser humano atravesado por la robótica y sobre cómo nos puede afectar», buscando en situaciones imposibles, como una modelo humanoide, pero mecánica, a la que le asoman los mecanismos en su cuerpo, la belleza y la estética que puede hallarse en ellas.

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El artista Nil Marquñés trabaja en una de sus obras.

Explica Marqués que a pesar de los años y años dedicados al tatuaje, lo cierto es que nunca ha dejado de pintar en otros formatos: «Es necesario en mi trabajo y esto es como una evolución». De hecho, explica el menorquín que ya de pequeño compartía esta pasión con su abuelo, «con quien pasaba mucho tiempo y mi día a día era fascinante porque le veía pintar». De esta manera, la técnica estaba ahí, y ahora se ha tratado de «pulirla para empezar con el gran formato».

El paso, pues, «ha sido muy natural», «explorando diferentes tipos de acrílicos», y notando, sobre todo, «la libertad al cien por cien de hacer lo que quiero, porque con los tatuajes estás limitado por lo que quiere el cliente y, además, te limita el dolor que puede sentir», confiesa. Sin quejas y sobre una superficie que, por suerte o por desgracia, no sangra cuando la pintan, Marqués ha podido dar rienda suelta a todo su imaginario de muy influido «de la ciencia ficción y de la estética japonesa», consumida a través de animes, mangas, películas, etcétera.

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La estética japonesa y oriental está muy presente en sus creaciones.

Esta, su primera salida del estudio para exponer, es también una manera de contraponer temáticas, ya que a pesar de la inmersión en la robótica y la ciencia ficción, Marqués explica que «estoy muy arraigado en el pasado y a la nostalgia, algo que he querido representar», uniendo dos polos de manera novedosa para Marqués, quien asegura que «siempre he tenido dentro el ansia de pintar», pero huyendo, aunque sea por un momento, de las farragosas limitaciones creativas de los cuerpos humanos.