El Niño de Elche llevará su repertorio al Principal de Inca el sábado 29 de este mes. | R.S.

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Inclasificable y rupturista, nuestro protagonista forja canciones que acercan el flamenco al oído popular, ligando sus quejios con jazz, rock, electrónica y poesía mística. Esto, que podría considerarse una concesión facilista, implica en rigor un emocionante ejercicio de renovación, firmado por un anarquista del arte obsesionado con la preproducción. Prolífico e inagotable, el cantaor levantino es también una de las voces que se alzan contra el maltrato animal, enemigo del mal llamado ‘arte del toreo’, es consciente que jamás existirá belleza en el sufrimiento, tortura y humillación de un animal. Hablamos de El Niño de Elche. Un tipo que acumula sabiduría y galones para instalarse en lo más alto del flamenco fusión. El Teatre Principal d’Inca le recibirá el próximo sábado 29 de abril, a las 20.00 horas.

Capítulo

Flamenco. Mausoleo de celebración, amor y muerte es el título de su último trabajo, un nuevo capítulo de su relación indisciplinada, experimental e inquieta con el arte. «Uno de los orígenes del disco podría ser la apetencia de trabajar de una forma muy concreta con cierta poesía flamenca donde la celebración, el amor y la muerte suponen temas troncales. Otro origen lo encontraríamos en mi necesidad de profundizar en las formas de acompañamiento con las guitarras flamencas más radicales, aquellas que se inspiran sobre todo en las formas estilísticas de principios del siglo XX». Aunque también subraya el cantaor su «interés por figuras como Antonio Mairena, Manolo Caracol o Pepe Marchena», uno de los motores de este trabajo.

En su último álbum, El Niño de Elche exprime la dualidad amor-muerte, «que en definitiva es como hablar de la vida». Todo ello desde «una perspectiva de celebración, no entendida como algo lúdico sino más ritualístico» y envuelta en melancolía. «La melancolía es un tema que me interesa mucho ya que está ligado a la salud mental y a los dolores del alma, temas que me ocupan tiempo y dedicación en mi día a día».

De naturaleza subversiva y lengua libre, reconoce que la corrección política de nuestros días le «molesta», en especial cuando «esa corrección se hace ley, de ahi que me genere cada vez más rechazo ya que pienso que es uno de los males de este tiempo aunque la progresía conservadora actual piense que es el gran logro del siglo XXI». En su opinión, «el arte es la mejor plataforma para combatirla».