La antigua cárcel de Palma se pudre a la espera del prometido CAC del Ajuntament. | M. À. Cañellas

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Mientras muchos ciudadanos disfrutan de una tarde de cine, toman algo o adquieren lo último en tecnología en un conocido centro comercial de Ciutat, a escasos quinientos metros, en la antigua cárcel de Palma, la estampa es muy distinta: del consumismo a la necesidad más extrema. Más que una antigua dependencia penitenciaria, la imagen que presenta la vieja cárcel a día de hoy se asemeja más a una casa del terror que a un espacio al que rodean numerosas promesas políticas que, de momento, siguen en la casilla de salida.

Hace algo más de seis años que el Ajuntament de Palma anunció que levantaría allí el Centre d’Art i Creació, conocido como CAC, un proyecto que se ha convertido en una de las grandes deudas históricas del consistorio de José Hila con los artistas y en una piedra en el zapato de la Regiduría de Cultura, con el concejal Antoni Noguera al frente.

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El estado de abandono que presenta Sa Presó es lamentable.

La puerta de acceso a la antigua prisión desde el Parc de Cas Capiscol está abierta, lo está día y noche. Dos personas salen de estas dependencias y cuentan a este diario que, al igual que muchos otros, residen allí, la cárcel ha sido ocupada ante el abandono institucional. Avisan de que «entra mucha gente», no solo para encontrar cobijo, también para llevarse materiales como «metal» para venderlos con el fin de llevarse un trozo de pan a la boca. Aldair, de 22 años y natural de Ecuador, es otro de los inquilinos. Llegó a España para encontrarse con su familia, pero tras una fuerte discusión «me quedé solo y acabé en la calle». Ahora está ahorrando «para poder alquilar algo».

Foso

Desde esa misma entrada se accede al foso de la antigua prisión, una zona que, precisamente, se limpió y renovó en el año 2018 como primer paso de la rehabilitación del edificio. «En un momento en el que en Europa y en el mundo está emergiendo la extrema derecha y el Mediterráneo se está convirtiendo en un cementerio, necesitamos espacios de reflexión como éste». Con estas palabras inauguró el entonces alcalde Antoni Noguera, el 29 de junio de ese año, el que se suponía que iba a ser «un nuevo centro para la creación cultural y para las entidades de la ciudad». Ese lavado de cara se estrenó con una proyección y un concierto del Atlàntida Film Fest, que celebraba su tercera edición, con gran éxito de asistencia.

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El interior del antiguo centro penitenciario está prácticamente destruido.

Tras ese primer evento tuvieron lugar en ese mismo foso diferentes actividades culturales, como varios mercadillos, pero aquello fue tan solo un oasis en el desierto; ese prometedor inicio se truncó rápidamente y en este momento, cinco años después, lo gastado en aquella inversión ha caído en saco roto, vuelve a presentar una imagen lamentable. Maleza, mucha basura y escombros vuelven a ser su decoración. Incluso se puede ver ropa tendida en la torre de vigilancia.

Pero volvamos al Centre d’Art i Creació y a sus antecedentes. La primera vez que el CAC abrió sus puertas fue en el año 2009 en el Quarter d’Intendència del Carrer dels Socors, cuando Nanda Ramon (Més) era regidora de Cultura de Cort. Un equipamiento que no tardó en desaparecer de aquellas instalaciones, en 2011, cuando el Partido Popular (PP) ocupó el Ajuntament y trasladó el CAC a Ses Voltes para aglutinar en el Quarter las oficinas de Palma Activa. Tras la llegada de la izquierda al consistorio, en 2017, fue cuando se anunció por primera vez el proyecto de Sa Presó en la antigua cárcel de Palma. Una propuesta que también incluía viviendas VPO y una residencia de estudiantes para la UIB. Desde entonces, Ses Voltes ha albergado el CAC en diferentes etapas –en estos momentos comparte espacio con el Museu Marítim–.

Abandono

La sensación de abandono y dejadez se incrementa una vez se entra en el antiguo centro penitenciario. Las celdas, el patio interior, todas las dependencias están destruidas. Pisar el suelo es peligroso, abundan cristales rotos, basura, escombros, como si una bomba atómica acabase de estallar allí. Sus cimientos se pudren, un dramático deterioro que significará más presupuesto para la rehabilitación integral de un edificio que agoniza.

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La instalaciones han sido ocupadas e incluso se puede ver ropa tendida.

Entretanto, desde Cort anuncian de vez en cuando novedades al respecto del CAC en Sa Presó. La última fue el pasado febrero, cuando se dio a conocer la adjudicación a una unión temporal de dos empresas, por un importe de 133.993 euros, la redacción del proyecto de ejecución y la dirección de obras, que tendrán lugar en el ala norte de las antiguas galerías de presos. El plazo de entrega se prevé para dentro de cinco meses, una vez pasadas las elecciones municipales. ¿Estará el CAC de Sa Presó una vez más en las promesas electorales? Lo sabremos muy pronto.