La escritora mallorquina Joana Marcús. | Cortesía de la editorial Montena

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Pocos autores, y mucho menos jóvenes, pueden presumir de haber vendido durante un año –en este caso 2022– más de 500.000 ejemplares. La mallorquina Joana Marcús, gran protagonista del fenómeno Wattpad –el Spotify de los libros–, sí puede decirlo. La autora está en plena gira de promoción del lanzamiento de su novela Tres meses (Montena) –tercera parte de la saga Meses a tu lado–, un recorrido que empieza en Madrid y que la llevará por diferentes ciudades de España, entre ellas Palma, el 1 de abril, en la librería Agapea. Después, en mayo y julio, viajará por Latinoamérica.

Todos los autores aseguran que no tienen una fórmula de éxito para que sus libros sean los más vendidos. Sin embargo, usted parece que sí tiene alguna idea...
—Puede que suene un poco Mr. Wonderful, pero lo más importante es tener una identidad propia y marcada a la hora de escribir para que, cuando el lector abra el libro, enseguida se dé cuenta de quién lo ha escrito. Es algo muy difícil, claro, pero todo lo que escribes tiene que tener tu esencia.

Hay que tener una voz propia y ser fiel a ella.
—Sí. Yo creo que todos tenemos algo que contar. No necesariamente es algo que nos haya pasado, pero sí algo que decir al mundo. Cuando encuentras lo que es, ya tienes bastante camino recorrido.

Todo esto asumiendo que asocia el éxito a que la lean. ¿O escribe sólo para sí misma?
—El éxito es un balance entre que te lean y que tú disfrutes escribiendo. A veces, cuando estás en una posición alta y hay tanta gente a tu alrededor no te das cuenta y no te lo pasas bien por la gran presión que sientes, porque piensas que tal vez nadie más te leerá o que no te lo mereces... El famoso síndrome de la impostora.

¿Sufre este síndrome?
—Sí. Si bien es verdad que hay gente que siente respeto por la literatura juvenil, mucha también considera que no se trata de literatura real. He vivido muchas situaciones incómodas y despreciativas en encuentros con otros escritores, más mayores y que se dedican a otros géneros. Me ha pasado muchas veces que un adulto, que trabaja en el mundo del libro, me explica de qué van mis propias obras. Cuando eres mujer y escribes para jóvenes, especialmente un público femenino, siempre hay el prejuicio marcado de que lo que haces no es valioso, porque sigues unos tópicos. Pero es que todos los géneros tienen unos tópicos: desde el thriller y el terror hasta la ciencia ficción o la fantasía. La única diferencia es que en el caso de la literatura juvenil hay más desprecio hacia quienes somos y para quién escribimos. Juzgar que una literatura es buena o mala es muy subjetivo.

¿Hay muchos prejuicios en torno a la novela juvenil y romántica?
—Mi público es sobre todo juvenil y femenino, pero es que en países como México, en las colas había también chicos y adultos. Te leen y no se avergüenzan de hacerlo.

¿Cree que en España se avergüenzan de leerla?
—No a mí personalmente, sino la literatura juvenil y romántica. En España, en las firmas, hay sobre todo chicas, pero luego en las estadísticas de las redes hay de todo, también chicos y no tan jóvenes. Aquí hay mucho prejuicio de asumir tus gustos, cuando vas a una firma. En general, en Latinoamérica el fenómeno fan está muy aceptado en todas las edades, pero aquí se considera que es más cosa de adolescentes.

Es muy activa en redes sociales, sobre todo para relacionarse con sus fans. ¿Escribe pensando en ellos?
—Intento no pensar mucho en ellos, pero es verdad que cuando escribes en internet conoces a tu público y más o menos sabes cómo reaccionará, qué frases o comentarios funcionarán mejor... Luego hay aspectos que sabes que pasarán más desapercibidos, pero no te importa tanto porque es importante para la trama o para tu argumento. Por otra parte, soy persona además de escritora, por lo que prefiero visualizara los lectores como personas, no por simplemente haberme comprado un libro. Me interesa saber qué les ha movido de las historias y de los personajes, por ejemplo.

Dedica el libro a todos los Jack que no saben cómo enfrentarse a sus miedos y que se hacen los fuertes por temor a ser molestos.
—Cuando estaba escribiéndolo me di cuenta de que Jack es, en la versión de Jenn, quien la apoya y la anima cuando está decaída. Tiene esa faceta de cuidador, pero los cuidadores también necesitan ser cuidados. En este libro quería demostrar que no pasa nada por estar mal.

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¿Es algo que les pasa sobre todo a ellos?
—Sí, pero no son los únicos, a las chicas también les pasa. Los chicos crecen con la perspectiva de que no se pueden mostrar vulnerables porque eso sería ser débil y además sienten que no tienen que molestar a los demás, que tienen que cuidarlos. El mecanismo de defensa de Jack es el humor, que se refleja con una voz que está en cursiva, y que aparece en momentos dramáticos. De esta manera, no deja que el lector se meta en ese dramatismo, pero llega un momento en el que no puede aguantar más y se rompe. No siempre hay que mirar adelante escudándonos en el humor porque nos tenemos que enfrentar a lo que dejamos atrás. Ahora, con las redes sociales, todo el mundo da la imagen de felicidad absoluta y nos cuesta todavía más abrirnos.

Ojalá estuviera de moda ser vulnerable
—Pues sí (risas). Sería mi sociedad ideal. El otro día, el 8M, subí una story en la que confesaba que, por primera vez, me había animado a ir a terapia. Y estoy contenta. Hay que normalizar que no tienes por qué estar bien en todo momento, todo el mundo tiene derecho a ser vulnerable.

Da la sensación de que escribe sobre y para incomprendidos.
—La gente que me gusta más es la que, en alguna situación o ambiente, se ha sentido un bicho raro. Siempre me he sentido un bicho raro en todos los ambientes en los que he estado. No crecí con gente a la que le gustara la literatura. Era una rara que escribía y leía. En su momento me pregunté por qué no me podía gustar el vóley o el fútbol, que estaba más aceptado socialmente. Ahora, que una chica lea o escriba es algo normal, pero hace cuatro años nadie hablaba de ello. Pensaba: ‘Por qué tengo que ser a rara? Luego que te das cuenta que incluso la gente popular también se sentía un bicho raro.

Siempre se dice que la adolescencia es una etapa especialmente dura. ¿La suya también lo fue?
—Totalmente. Me sentía incomprendida y no encontraba un rincón. Parecía que todo el mundo tenía una identidad marcada y sabía lo que quería hacer, así que yo me sentía muy perdida. Sabía que me gustaba leer y escribir, pero intentaba que no fuera así, porque se burlaban de mí. Para una cosa clara que tenía... Sinceramente, no volvería al instituto.

¿Cree que le apetecería cambiar de género literario?
—Me siento muy cómoda en este género, me lo paso muy bien y además es muy generoso y experimental. Escribo fantasía, paranormal, romance contemporáneo... Me costaría separarme de esto porque lo disfruto mucho y es un ambiente que me gusta, más que el adulto, que me parece más cuadriculado.

Además de escribir estudia Psicología. ¿Le ayuda a entender mejor a sus personajes y a definirlos?
—Me ayuda bastante en el sentido que me he dado cuenta de que hay aspectos de los personajes que he metido sin ser consciente de ello y también me ayuda a profundizar en algunas cuestiones.

¿Se ha encariñado con alguno de ellos?
—Cuando termino de escribir algo me digo: ‘Esto es lo mejor que he escrito’. Luego escribo otra cosa y digo lo mismo... No sé si he ido mejorando o no, pero en mi cabeza suena maravillosa. Me lo voy pasando muy bien y me voy identificando en cada personaje. Pero en todos me encuentro a mí misma.

¿Qué viene ahora?
—Ahora viene una gira mundial con Tres meses. Después del verano no sé qué puede pasar, espero estar más tranquila que ahora y ya veré.

¿No publicará la cuarta parte, Las luces de febrero?
—Ni confirmo ni desmiento (risas).

Es curioso que sus historias se puedan leer gratis por internet y aun así venda tantos libros después.
—Creo que es porque en internet se sienten parte del proceso, que el libro es un poco suyo. Así que cuando lo publico es un logro personal y claro, lo quieren tener en sus manos. A mí, por ejemplo, me encanta Taylor Swift y todo lo que saca me lo compro, aunque pudiera tenerlo gratis. Soy muy fan suya. Me cae muy bien. Soy su biógrafa no autorizada.