Josep Antoni Grimalt y Jaume Guiscafrè son los autores de la edición comentada del ‘Aplec de Rondaies Mallorquines d’En Jordi d’es Racó’ de Antoni M. Alcover. | MIQUEL A. CAÑELLAS

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Los filólogos Josep A. Grimalt y Jaume Guiscafrè por fin ponen punto y final a un proyecto que les ha llevado nada más y nada menos que 26 años de esfuerzo: la edición crítica del Aplec de Rondaies Mallorquines d’En Jordi d’es Racó (pseudónimo de Antoni M. Alcover). La culminación de esta «obra capital de la lengua catalana», merecedora del Premi Miquel dels Sants Oliver de la Obra Cultural Balear, se materializa con la publicación, por parte de NovaEditorialMoll, del noveno y último volumen de esta colección que arrancó en 1996. Para poder llevar a cabo esta importante edición, la Institució Francesc de B. Moll ha puesto en marcha una campaña de micromecenazgo en la plataforma Verkami.

Asimismo, con motivo de este hito histórico, El Mirall y la Institució Moll celebrarán este sábado en Manacor, en la sede de la entidad, la jornada de estudio Les rondalles mallorquines, de la societat a l’acadèmia. Será un encuentro que se desarrollará entre las 9.30 y las 14.30 horas en el que participarán diferentes especialistas: Nicolau Dols, Maria Magdalena Gelabert, Joan Lluís Monjo, Bàrbara Sagrera,Miquel Sbert, Josep Temporal, Caterina Valriu, Carme Oriol y Bàrbara Duran. Después habrá una comida en homenaje a Grimalt en el restaurante Can March.

Historia y fantasía

«Este último volumen incluye textos que no son propiamente rondalles, sino textos que Moll publicó en los tomos V y XXIV, que consisten sobre todo en leyendas de personajes históricos, como Sant Vicenç Ferrer o el Rei en Jaume o protagonizadas por seres fantásticos, como brujas o gigantes», detalla Guiscafrè.

La colección se basa en la catalogación internacional del sistema Aarne/Thompson/Uther. Es decir, las rondalles están ordenadas en áreas temáticas, lo cual permite descubrir la relación entre las fuentes orales y literarias del mundo. Asimismo, se incluyen diferentes índices, como el de los    narradores que contaron las rondalles a Alcover, que suman un total de 246, procedentes de 33 pueblos de la Isla, y la transcripción literal de las famosas libretas en las que Alcover consignaba el material que luego le servía como base para la elaboración de los textos.

Comparativa

De hecho, Caterina Valriu, autora de Les rondalles que l’Arxiduc no va publicar (Premi Mallorca de Creació Literària d’Assaig), hablará en Manacor sobre la relación entre las rondalles del Arxiduc y las de Alcover. «Ambas se parecen mucho en cuanto al tipo, lo que podría llamarse argumento, pero las formulaciones son tremendamente diferentes». «Es normal que muchas historias coincidan, pues las recogían en lugares parecidos y en la misma época, pero las versiones son muy diferentes. Alcover quería que el lector las leyera y las volviera a contar, así que hacía    una obra literaria con su prosa preciosa, muy ornamentada, por eso eran tan largas. En cambio, las del Arxiduc son más cortas y sencillas. De hecho, tienen más en común con las anotaciones de Alcover», señala.

Cabe recordar que hay rondalles que se remontan a Persia, algunas ya aparecen en Las mil y una noches y que muchas se popularizaron gracias a Disney, aunque a menudo el público ignora esta cuestión. «Al fin y al cabo Disney se inspiró en buena medida en la recopilación de los Hermanos Grimm, la más influyente de todo el mundo. Y muchas también conformaban las rondalles de Alcover, aunque lamentablemente mucha gente conoce los títulos de las versiones de los Grimm más que las de Alcover».