Imagen de ‘Once upon a time’, que se verá mañana en el Auditòrium. | Jaume Morey

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Los Bravos, el histórico conjunto de pop español de trayectoria tan accidentada como meteórica, subirá al escenario del Auditòrium de Palma Once upon a time, un show que conjuga sus mayores logros musicales de la mano de una formación revitalizada, con el anglo-iraní Bruce Game al frente de un repertorio que abrió un cráter emocional en el recuerdo de varias generaciones. El nuevo cantante «se ganaba la vida haciendo tributos a Freddy Mercury cuando fue descubierto por Miguel Vicens, que lo incorporó a la banda». Black is black, ‘I don't care’, Bring a little loving’, Los chicos con las chicas y La moto, entre otras luminarias de este conjunto formado en 1965 en Mallorca sonarán este jueves a partir de las 21.00 horas.

Dicen que la música se retroalimenta, por eso el revival está de moda, ya se sabe... los clásicos siempre serán modernos. Y de la misma forma que The Who o los Pekenikes regresaron ahora lo hacen Los Bravos, aquel quinteto liderado por un alemán, Michael Kogel, más conocido como Mike Kennedy, que ondeó la bandera de España por medio mundo en los últimos estertores de los 60. Un ejercicio de blanqueamiento cultural que le vino de perlas al régimen. Los Bravos nunca se fueron, han protagonizado diferentes reuniones a lo largo de las últimas décadas desde su disolución en el 69. «Eran muy populares, su disco fue un impacto mundial. Ningún grupo español había cosechado semejante éxito hasta la fecha, Los Brincos también lo intentaron pero no lo consiguieron a pesar de que eran muy buenos», afirma Miguel Soler, uno de los grandes embajadores de la radio balear.

¿Pero, cuál fue la clave de su éxito? «Fueron el primer grupo español con un mánager profesional, además recibieron el sostén de la cadena SER, Manolo Díaz los acogió y les ayudó mucho, y tuvieron la suerte de encontrarse con Alain Milhaud, un productor con muy buenos contactos. A todo eso hay que añadir su buena presencia, especialmente Mike, y un sonido magnífico», apunta Soler. Mimbres no les faltaban, pero en la ecuación del éxito suele asomar de forma recurrente el factor ‘suerte’. «Tuvieron la fortuna de que alguien tuviera en un cajón una canción que nadie quería y se la cediera, era Black is black, un tema grabado en Londres con el sello Decca, durante unas sesiones «en las que no pudo tocar la banda porque el sindicato de músicos británicos prohibía que músicos extranjeros tocaran en sesiones de estudio. Mike pudo cantar, pero el resto del grupo no participó». Como curiosidad, en dichas grabaciones formaron parte unos jovencísimos Jimmy Page y John Bonham, que más tarde formarían uno de los artefactos más rotundos del universo rock: Led Zeppelin. «Al finalizar la grabación, Jimmy quiso fichar a Mike para su futura banda a Mike», añade Soler.

En una trayectoria de apenas cuatro años colocaron varios temas en el siempre exigente mercado anglosajón, y hasta les dio tiempo de rodar dos películas, Los chicos con las chicas (1967) y Dame un poco de amor (1968). Para hacerse una idea de su éxito basta un dato: el estreno de la primera cinta se convirtió en el segundo título más taquillero en la historia del cine español, solo superado por El último cuple de Sarita Montiel… «Los chicos con las chicas llegó en un momento en el que la sociedad española anhelaba algo que no fueran las películas de Gracita Morales, su banda sonora era muy fresca y moderna, fue un exitazo». Más recientemente, el mismísimo Quentin Tarantino incluyó un tema de Los Bravos en su película Érase una vez… en Hollywood (2019). Bring a little loving’, el segundo éxito del conjunto en Estados Unidos tras Black is black, fue el corte seleccionado.

Ningún grupo español tuvo una existencia tan tormentosa como la de Los Bravos: las espantadas de Mike Kennedy, la triste desaparición del organista Manolo Fernández y el montaje para presentar en sociedad a su sustituto, fueron sonados escándalos en aquella España tardofranquista. Hoy, la perspectiva del tiempo ha borrado los capítulos más escabrosos de su historia, tan solo perdura el soberbio legado de una banda inmortal encabezada por el mallorquín Pablo Sanllehí, único superviviente en activo de la formación original tras la reciente pérdida de Miguel Vicens, «un tipo entrañable», concluye Soler.