Pilar Rosselló, Montserrat Torrent y Gerhard Grenzingdurante la rueda de prensa. | Pere Bota

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A sus 96 años, Montserrat Torrent (Barcelona, 1926) asegura que no puede oír los aplausos –padece sordera– en los conciertos, «ni falta que me hace», puntualiza, pero sí que puede sentir la música cuando toca el órgano. «El organista está al servicio de la música, no de su ego», sentenció ayer en la misma sala del órgano del monasterio de Santa Elisabet de Palma (popularmente conocido como Sant Jeroni), donde este mediodía ofrecerá un concierto muy especial con este instrumento construido por Mateu Bosch en 1746.

Torrent es toda una leyenda viva del órgano, una trayectoria que le ha valido el merecido título de «la dama del órgano» y numerosos reconocimientos, como el Premio Nacional de Música 2021. La intérprete reconoció que estuvo a punto de no poder coger el avión y asistir a esta cita por motivos de salud, pero aseguró que «mientras tenga aliento, voy a seguir tocando». «Para mí, los conciertos no son lo más importante. Lo que realmente me llena de vida es poder comunicar y compartir la música que tanto me gusta. Para mí, esto es vida. Sin el órgano, la vida sería tan triste que no me lo quiero ni imaginar», subraya.

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La organista Montserrat Torrent es toda una eminencia.

Por ello, Torrent admite que son muchos los que le preguntan por si se retirará algún día, pero ella responde, tranquila y enérgica a la vez: «Dejadme tocar, así soy feliz. Entiendo que cause mucha extrañeza a mi edad, pero es que la música hace que me olvide de todo, de que soy vieja. No me hacen falta ni vitaminas ni pastillas». «La música me ha acompañado toda mi vida, en los momentos más felices, pero también en los tristes», confesó.

Momento

Por otra parte, Torrent afirma que el órgano «está en un muy buen momento» y «es un instrumento que, a pesar de que empezó en las iglesias, ahora está presente también fuera de ellas». Sin embargo, la artista denuncia que «lamentaré toda mi vida que no todos los auditorios tengan un órgano, es como una aberración». En este sentido, prometió que «nunca en mi vida tocaría un órgano electrónico, ni por todo el oro del mundo. No es para nada lo mismo».

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Cerámica conventual. Sobre estas líneas, las piezas de cerámica que podrán contemplar los asistentes al concierto en el monasterio de Santa Elisabet, de Palma, conocido como Sant Jeroni. La exposición, titulada ‘De la terra al cel’, está comisariada por el conservador y restaurador Pere Terrassa.

En cuanto al programa del concierto que ofrecerá este mediodía, titulado Renaixement i barroc organístic, se compone de piezas de los compositores Marcantonio Cavazzoni, Antonio de Cabezón, Sebastián Aguilera de Heredia, Francisco Correa de Arauxo, Tarquino Merula, William Byrd y Pau Bruna. «De Aguilera se ha dicho que muestra sabiduría, pero no tiene sentimiento. Pero luego llega Correa y la cosa cambia. Él sí expresa los sentimientos desde una pasión desencadenada que va incluso hacia una ironía peculiar. Es absolutamente extraordinario, organistas de todo el mundo interpretan y graban sus obras. Y a Correa lo he juntado con Merula, con su música tan dulce y bonita. Finalmente está Bruna, que según como se mire incluso supera a Correa. Creo que es una música muy popular, por los ritmos, por la ternura y la amabilidad que desprende. Veo su música como un dibujo, como una pintura», detalló Torrent.