Mario, de joven, como actor y, a la derecha, ya afamado locutor y presentador, firmando el contrato con Radio Barcelona.

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Hace unas semanas, a los 91 años de edad, falleció en Barcelona Mario Beut, posiblemente uno de los mejores profesionales que ha dado la radio y la televisión española, además de actor (radioteatro, cine y teatro) y doblador, trabajo que inició a mediados de los años 50 con un doblaje para Los diez mandamientos y habiendo doblado, entre otros, a Groucho Max, Jean Paul Belmondo, Mario Lanza, Sidney Poitier, George Peppard, Tony Curtis, Ramón Arcusa...

Todo esto nos lo cuenta su hijo, el doctor Javier Beut, en el bar Bosch, hasta donde ha llegado con varios álbumes de fotografías y recortes de prensa que giran en torno a la dilatada vida profesional del que fuera su progenitor, «y que deja como legado a su nieto, mi hijo Arne». Y si hemos quedado ahí, en el Bosch, «es porque aquí solía venir mi padre casi todos los días cuando estaba en Palma». No es fácil resumir en una página de un diario la vida profesional de Mario Beut. Fue estudiante de Música y Derecho, carreras que dejó para dedicarse a la radio, en la que debutó muy joven, en Radio Miramar. Siguió por Radio Barcelona (Ser), Radio España-Barcelona y la COPE, también de Barcelona, donde estuvo hasta finales de la primera década del 2000. En la radio fue también actor de radioteatro, formando parte de repartos en obras tales como Hamlet, Don Juan Tenorio, Cyrano de Bergerac… «Mi padre se sintió muy a gusto en todos los medios radiofónicos y televisivos que estuvo, pero sobre todo se consideró hombre de radio. ‘La radio es mi vida’, reconoció públicamente en una entrevista que le hizo Carlos Herrera».

Javier Beut, su hijo, llegó con varios álbumes con fotos y recuerdos de Mario
Javier Beut, su hijo, llegó con varios álbumes con fotos y recuerdos de Mario.

En cuanto a televisión, en la que debutó en los años 60 con Ayer noticia, hoy dinero, presentó numerosos programas culturales, sin olvidar los concursos, entre otros La unión hace la fuerza, en el que participó un equipo mallorquín dividido en dos grupos, el intelectual, que era quien respondía a las preguntas que Mario hacía, y el deportivo, encabezado por Guillermo Timoner, que salía al rescate cuando el intelectual no acertaba con la respuesta, teniendo que dar tantas vueltas a la pista en un tiempo determinado. Era un programa en directo, con dos escenarios, algo complicado para aquellos tiempos en que la tele estaba dando los primeros pasos. Sin embargo, el buen hacer de Mario, así como su sangre fría a la hora de afrontar lo complicado y su personalísima dicción, convirtió lo difícil en sencillo, lo que hizo que el programa fuera uno de los más vistos de la programación de TVE de aquella época. Tanto, que se decía que los cines no estrenaban película las noches que se emitía el programa, dada la gran audiencia que este tenía.

Premios y menciones

Javier nos recuerda que su padre recibió como actor y locutor cuatro premios Ondas, el Popular, del Diario Pueblo, y las llaves de la Ciudad de Barcelona, que le entregaron en 2006. «Era tal el trabajo que tenía mi padre, que entre 1959 y 1969 llegó a realizar 14 programas a la semana –nos dice Javier, mostrándonos un recorte de prensa que guarda en uno de los álbumes, donde se publica el dato–, sin olvidar el gran homenaje que recibió en el Palacio de los Deportes de Barcelona, que contó con la actuación de Marisol, una de las muchas artistas que desfilaron por los espacios musicales que dirigió y presentó en la radio, y al que asistieron alrededor de 15.000 personas. Y es que por entonces, su popularidad, como ya he dicho, estaba por todo lo alto. La gente le quería y reconocía el buen trabajo que hacía, y que llegaba a todo el mundo. Igual que los cantantes, empezando por Julio Iglesia, que al pasar por los estudios para que los entrevistara e hiciera sonar su último disco, se hacían amigos».
A sabiendas de que se deja muchas cosas en el tintero, Javier nos cuenta que su padre «también se dedicó a la publicidad, trayendo a Mallorca a Mohamed Alí a que hiciera un spot de los calcetines Condor. Mohamed, al principio, no quería viajar a la Isla, pero mi padre insistió en que debía hacer el anuncio aquí. Y aquí lo hizo. También hizo anuncios de zapatos dada la buena relación que tenían con las fábricas de Inca y Lloseta. Si mal no recuerdo, uno de esos anuncios fue para unas suelas de zapatos denominadas, si mal no recuerdo, Good Year».

Javier lamenta «lo olvidadizos que somos en este país en cuanto a personas que alcanzaron altas cotas de popularidad gracias a su trabajo. Lo digo porque si mi padre, como otra mucha gente que fue famosa en su tiempo por lo que hizo, hubiera vivido en Estados Unidos, hoy se la recordaría, sin embargo… Mira, TVE, para la que trabajó durante años, no dio la noticia de su fallecimiento. Sin embargo, sí lo hizo TV3, para la que nunca trabajó. Y es que en este país, la fama dura tanto como la vida, pero eso no quita que ahí está lo mucho que él hizo, que es con lo que nos quedamos los que le conocimos. Sí, porque puede que mucha gente hoy no le recuerde porque fue popular siendo joven y murió siendo muy mayor… Él hubiera querido que algunos de sus dos hijos hubieran seguido sus pasos. Pero no ha sido así. Sin embargo, en mi hijo, Arne, su nieto, puede tener su sucesor, ya que, pese a lo joven que es, apunta como actor de teatro y tiene mucha facilidad de palabra».