La 'Lapidación de Ramon Llul' fue documentado en el siglo XV. | 1996-98 AccuSoft Inc., All rights reserved

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Mallorca ha ejercido siempre una gran atracción en los artistas que han peregrinado a las tierras isleñas para bañarse en su luz y sumergirse en las aguas de su inspiración. Algunos de ellos se quedaron bastante tiempo en remojo, por así decirlo, como Joan Miró que pasó varios años en Mallorca y cuya huella sigue viva en la Fundació que lleva su nombre, mientras que otros dejaron una enorme impronta en su corta estancia, como el conocido compositor Frederic Chopin.

Pero también fueron muchos los que pisaron Mallorca y volvieron a sus lugares de origen con sus obras bajo el brazo. Muchas de ellas descansan ahora repartidas en algunos de los mejores museos del mundo, y por ello Ultima Hora propone un viaje sin moverse de estas páginas para echar un vistazo a la presencia de Mallorca en las pinacotecas más importantes del globo.

Las primeras paradas están a pocos kilómetros de distancia: en Madrid y Barcelona. El Museo de El Prado, ubicado en la capital, es el hogar de los paisajes montañosos y marítimos de pintores como Carlos de Haes y Eliseo Meifrén Roig que reflejan Mallorca en sus diversas variantes. Mientras, en el Museu Nacional d’Art de Catalunya, reposan las estampas de autores como Joaquin Mir, Joaquim Sunyer y Santiago Rusiñol. No obstante, destacan las pinturas murales de la Conquista de Mallorca del siglo XIII, que son como una crónica pintada de los sucesos del año 1229. Por otro lado, el cuadro de la Lapidación del beato Ramon Llull, de Joan Desí y documentado en Mallorca entre 1481 y 1520 también está en el centro catalán.

Joan Miró posa ante Lee Miller en la Isla.

Para el siguiente museo, no obstante, hay que cruzar el charco, como algunos denominan al Atlántico. Allá por tierras estadounidenses, en el prestigioso Instituto Smithsoniano de Washington, se alberga una curiosa escultura del artista José de Creeft que lleva por nombre Cabeza de Gertrude Lawrence y que fue realizada en Mallorca durante un encuentro fortuito del artista y la actriz en una playa isleña. De Creeft utilizó para crear la pieza dos conchas halladas en el lugar que adornan el cabello de la actriz de cine y teatro americana. En el Smithsonian también hay varias obras de Paul Cadmus, Louis Schanker y Magí Baleta, artistas que vivieron en Mallorca durante algún tiempo y en el caso del último, tristemente falleció en la Isla en un trágico accidente.

Fotografía

Sin salir de la capital americana, y a pocos metros de distancia, entramos en la National Gallery of Art, donde varias instantáneas del prestigioso fotógrafo Robert Frank abren una ventana a Mallorca, donde fueron tomadas. Lo propio hace un cuadro del americano John Singer titulado Raíces salvajes de olivo donde puede verse la Valldemossa de 1908 así como el Altar de Santa Ana, un impresionante tríptico del siglo XVI atribuido a Gerard David y que perteneció al Cardenal Antoni Despuig i Dameto, quien lo tuvo durante años en Raixa y en lo que ahora se conoce como Ca’n Montenegro. Luego, el cuadro inició un viaje por Europa pasando por Bruselas y París hasta que finalmente fue adquirido la familia Widener de Pennsylvania, en Estados Unidos.

La cabeza de Gertrude Lawrence.

Unos cuantos kilómetros al norte de Washington, en el Philadelphia Museum of Art, además de varios cuadros de artistas como Katherine Hood McCormik o Robert Sargent, destaca el libro Poems from Mallorca de James Collins, de 1961, que cuenta con grabados de Edward Colker. Y algo más al norte, en el Metropolitan Museum de Nueva York, hallamos una curiosa foto de un hombre limpiando un barco en aguas mallorquinas de Hanns Skolle, tomada durante sus viajes por España en 1930, así como un retrato de la bailarina Rosita Mauri a cargo de Anders Zorn de 1889. Mientras, unas manzanas al sur en la misma ciudad, en el MoMA, custodian nuevas fotos de Robert Frank, así como la inmortalización de Deià a través del pincel de Brett Whiteley de 1967 o un óleo de Joan Miró realizado en la Isla en 1966 titulado La canción de las vocales.

Retomamos el trayecto de vuelta y regresamos a Europa, concretamente a Francia, donde en el Centre Pompidou hay una pieza de Herbert H. Newton que data de 1927 y que recrea El valle de Sóller y que fue donado por el propio artista. En las húmedas tierras de los Países Bajos, en el Rijksmuseum de Ámsterdam, entre miles de obras también hay conexión directa con la Isla a través de los apastelados paisajes de Mallorca que firma el pintor holandés Leo Gestel. Algunas de las obras mallorquinas de Gestel, de hecho, también pueden verse en el Kuntsmuseum de Basilea, en Suiza.

Paisaje mallorquín de Gestel en el Rijksmuseum de Amsterdam.

Sonrisa

Del corazón del Viejo Continente a las verdes tierras del Reino Unido, en específico a las National Galleries of Scotland, ubicadas en Edimburgo, donde un sonriente y relajado Joan Miró devuelve la mirada a través de un retrato de 1970 hecho en Mallorca por el americano Lee Miller. Y acabamos nuestro internacional recorrido en las acuáticas calles venecianas, concretamente en plena laguna de Venecia, un terreno anteriormente conectado con Mallorca al ser uno de los principales centros de creación de cartas de navegación, que permitían a los barcos llegar a buen puerto, y que hoy todavía conservan algunas de estas creadas en la Isla así como varios manuscritos del propio Ramon Llull, registrados en la Biblioteca Marciana, reposando tranquilamente justo a escasos metros de la impresionante Plaza de San Marcos entre góndolas, turistas y palomas.