La cineasta Victòria Morell estrena 'Petricor' dentro del Atlàntida Mallorca Film Fest. | Pere Bota

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Unas cicatrices en sus brazos dan forma a la constelación de Casiopea, algo que salta a la vista por las líneas en tinta azul de su tatuaje que une esos puntos autoinfligidos. Es una mujer que se ha hecho daño. Así empezaba una historia que no fue, la de Petricor, el nuevo e íntimo documental de Victòria Morell que precisamente tiene como subtítulo Mujeres que se hacen daño. La historia de la película, pues, en un principio se basaba en su propio relato. Al final, sin embargo, después de varias reescrituras y revisiones, acabó centrándose en la vida de tres mujeres de diferentes generaciones y perfiles, todas ellas madres. Este martes 26 de julio, en la Sala Rívoli, se estrenará el filme, coproducido por Nova Producciones e IB3, dentro del Atlàntida Mallorca Film Fest. Debido al éxito, han tenido que programar un segundo pase. Ambos visionados -a las 22.00 y a las 22.15 horas- están ya completos.

«Empecé a trabajar con Carla Subirana, una de las impulsoras de Dones Visuals y de Acció Viver de Catalunya. Escribí, por lo menos, siete versiones de guion. En todas ellas estaba yo sola, pero en algún momento ellas empezaron a tener más peso. Conocí su historia y al final terminó por ser un largometraje coral. Sobre todo me sucedió cuando me encontré con Neus. Entonces pasó de ser algo autobiográfico a algo coral y yo desaparecí, aunque no del todo, porque estoy muy presente», cuenta Morell.

De hecho, la cineasta reconoce que Neus Serra -una de las protagonistas de la cinta junto a Cuca, María Luisa y su hija Carmen- le sirvió como de espejo. «Cuando empezamos el proyecto me dio dos diarios suyos en los que narraba su último ingreso en el hospital psiquiátrico, entre 2017 y principios de 2019. Me los cedió durante estos cuatro años de trabajo. Yo marqué con post-its los fragmentos que me habían llamado más la atención. De ahí saqué muchas imágenes del documental, me sirvió de inspiración. Un ejemplo es la escena de la bañera, que es una recreación de momentos en los que ella se ha hecho daño a sí misma. Fue un momento muy emotivo para mí cuando, ya finalizado el documental, le devolví esos cuadernos. Ella ni se acordaba de que me los había dejado, pero se los tenía que devolver, tampoco pensaba releerlos ni nada por el estilo. Pero fue como un duelo, sentí mucha pena. El alivio llegó cuando acabamos el montaje», confiesa.

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Morell recuerda perfectamente cuándo y cómo conoció a Neus. «La entrevisté para Dones de IB3 Ràdio. En medio del programa explicó que era madre y que su hija Olívia tenía un año y medio cuando la ingresaron en el hospital. Para mí el valor de su testimonio en el filme es que representa el conflicto de la maternidad como madre y como hija. A mí también me preocupa esa cuestión, de cómo puede afectar o cómo afectaría ser madre teniendo un Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA)», matiza. Por todo ello, la directora y guionista afirma que «Neus me ha hecho de espejo y la primera vez que logré verbalizar esto lloré muchísimo. En los rodajes era especialmente complicado a nivel emocional porque era un espejo constante, por la edad, por la sintomatología y por los conflictos vitales. Ella en realidad representa a tres generaciones.

Destaca también la implicación de Carmen, la hija de María Luisa, la protagonista del filme que tiene más edad. «Al principio me contestó con un no rotundo, distante y frío a participar en el documental. Pero después no hubo ningún no ni tampoco ningún sí, simplemente me preguntaba cómo quedábamos o cómo queríamos hacerlo. Tiene una coraza enorme, pero ha sido una persona muy generosa. Lo único que luego tuve de ella fueron gestos y hechos, no palabras».

Sobre Cuca, otra de las principales testimonios de Petricor, «es una persona a la que le cuesta mucho conectar consigo misma y formar parte de este documental ha sido un periplo en el que ha tenido que estar constantemente conectada con su enfermedad, lo cual le ha removido heridas. Creo que es la que más ha sufrido en este filme y durante el proceso tuvo una recaída muy fuerte. Pero como siempre ha sabido sobreponerse porque Cuca para mí representa el pulso entre la vida y la muerte, pero tiene tanta fuerza que siempre vence.

Sobre el título de la película, Morell desvela que eligió este olor a tierra mojada por hacer referencia a «aquellas primeras lluvias que llegan después de un largo tiempo de sequía. Yo misma sufrí un tiempo de sequía, de no haberme expresado emocionalmente. Y las primeras lluvias significaron la serenidad. Petricor para mí son los primeros llantos después de estar encerrada emocionalmente durante un tiempo. Asimismo, el agua tiene mucho simbolismo en todo el filme. Se suele decir que el agua lo cura todo, las lágrimas, el mar… Simboliza también la vida y petricor ese aroma a infancia, que se evoca mucho en el largometraje. Dentro de la licencia cinematográfica me permití explorar y llorar, que también representa la vida», concluye.