El grupo mallorquín Dinamo.

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A dos de los proyectos más dotados de la escena local, Dinamo y One Man Rocks, se unen Black Dolphins, Món Sound, Joni Theas, Antarctic, Martc y The Good Kid en la verbena que tendrá lugar el próximo sábado en la Plaça Pintada del Port d’Alcúdia, y que se extenderá entre las 17.00 y las 02.30. La maratoniana jornada estará dinamizada con diferentes puestos con street food y la presencia de DJs.

One Man Rocks será uno de los animadores de una velada en la que ondearán sonidos muy variopintos. Juanma Macías da vida a este proyecto que una vuelta a los clásicos del rock y el pop imprimiendo un estilo propio. Sus covers recuperan el concepto one-man-band clásico, pero usando únicamente guitarra acústica y voz. Macías ya dejó deslumbrantes muestras de su buen hacer musical al frente de los añorados Full Metal Jacket, aquel power trío emparentado en rotundidad sonora con Backyard Babys y Stone Temple Pilots. En su nuevo reverso creativo a lo hombre orquesta no pierde ni un ápice de intensidad, sus directos son poderosos artefactos que vampirizan una larga lista de clásicos, que nos pasean con buen ritmo por el blues, el rock, el pop y el country, saltando con la agilidad felina de ZZ Top a The Doors y de White Stripes a Eurythmics. Un ecléctico set list que el mallorquín empasta frenéticamente en canciones que aún manteniendo su espíritu original lucen renovadas.

Los otros protagonistas de la velada, Dinamo, son la banda de latin ska más inquieta de las islas, habituales en los escenarios de Japón, Bélgica y Reino Unido, donde cuentan con una nutrida colonia de seguidores. Federico Fossati es el líder de este quinteto que vive felizmente despojado de las limitaciones de un determinado estilo musical, lo suyo es un retrato caleidoscópico que aglutina y devora multitud de géneros. Entre sus influencias figuran nombres como The Specials, Madness o Los Fabulosos Cadillacs. En cuanto a sus textos, abordan temas insignificantes y a la vez cruciales, las pequeñas alegrías, las incomodidades que pueden arruinarte el día, el fracaso y el empecinamiento ciego en superarlo, los instantes de euforia y, cómo no, el amor y su ausencia. Por contagiosas, sus canciones podrían ser un catarro feliz.