Andrés Calamaro actúa este sábado 21 de mayo en el Auditòrium de Palma.

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Como pasa el tiempo. Aquel joven espigado, de melena ensortijada, que viajaba por el mundo Sin documentos es ya un sesentón sembrado de canas. Cuatro décadas y media sobre un escenario le han servido para dejar profunda impronta en la música popular latina con un estilo propio. En Andrés Calamaro se conjugan en un mismo personaje transgresión, reflexión y ambición artística con un elegante vínculo con el exceso. El bonaerense aterriza este sábado 21 de mayo en el Auditòrium de Palma inmerso en su Tour 22, una gira en la que despliega todos sus grandes logros, temas que han dejado una profunda huella en la música popular latina.

Agudo y sutilmente polémico, el otrora líder de Los Rodríguez reevalúa desde su status de veterano su propio repertorio en Dios los cría (2021), un álbum nominado a los Grammy, donde el cantautor da forma a una reunión cumbre de talentos junto a los que reinterpreta sus grandes temas con una cadencia diferente. Julio Iglesias, Raphael, Alejandro Sanz, Manolo Garcia, Vicente Amigo, Sebastian Yatra, Leiva, Iván Ferreiro, Julieta Venegas, Juanes y otros grandes se unen al argentino en un álbum publicado dos décadas después de su obra maestra, Honestidad brutal, su brillante disco doble de 1999, cuyo contenido, como no podía ser de otra forma, también será objeto de revisión.

Conceptual

No podría decirse que Honestidad brutal sea un álbum conceptual, pero a los millennials, acostumbradas a duetos y featurings, habría que decirles que un disco ya es un concepto en sí mismo, y que un disco doble, mucho más. Calamaro ideó su ‘tour de force’ en los últimos coletazos del siglo XX, justo cuando la industria comenzaba a estancarse ante la irrupción del MP3, un formato apto para la digitalización masiva de música, acaso la punta del iceberg de un sistema que entraba en decadencia. De esa época con aroma a fin de ciclo, el rockero argentino podrá darse el lujo de contar a sus nietos la proeza de haber publicado un álbum doble que triunfó en ventas, amén de cosechar excelentes críticas.

Fueron varios meses de grabaciones, espontáneas pero interminables, desarrolladas en diferentes estudios de grabación –y estadios de emoción–. El propio artista resumía la intensa experiencia vivida con estas crudas palabras: «Fueron tres días de ‘miedo y asco en Las Vegas’, multiplicados por trescientos. Literalmente». Calamaro, un verborrágico con guitarra que cuando toma la palabra en las entrevistas ya no la suelta más, logró sortear el drama que se avecinaba sobre la industria musical en un disco doble que se ha instalado en el seno de la historia del rock latino por derecho propio.