El artista Bartolomé Seguí es colaborador de este diario. | Teresa Ayuga

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Para Bartolomé Seguí (Palma, 1962), El sueño de México supuso «un cambio de chip» en su carrera. Corría el año 1997 cuando aquella historia de Ramón de España, que en principio tenía que ser una película, llegó a manos del mallorquín a través del editor, coleccionista y crítico de cómics Juan Navarro. «Fui haciendo el guion a mi aire, que es lo que siempre he hecho en realidad. Cuando tengo un guion en las manos, me olvido del guionista e intento asumir yo mismo ese papel», reconoce el también colaborador de este periódico. «No tenía prisa por publicar porque no había muchas editoriales que editaran novela gráfica, así que me dediqué tranquilamente a ese trabajo, a disfrutarlo. De hecho, es mi primera novela gráfica como tal y también me supuso la entrada al mercado francés», subraya Seguí, que participa este fin de semana en el Saló del Còmic de Barcelona.

Tardó siete años en entregar el libro, que finalmente se publicó en el 2004 –cinco años antes de que ganara el Premio Nacional por Las serpientes ciegas– en el desaparecido sello Edicions de Ponent. «Era una historia que ya no se podía encontrar en las librerías, pero todavía guardaba los archivos. Me daba pena que no estuviera en circulación porque sigue siendo actual. Así que propuse recuperarla y reeditarla», relata.

La historia en cuestión es, como la resume Ramón de España en la contraportada, un «road comic que une Barcelona con Menorca» protagonizado por el reencuentro de «dos viejos amigos que no pasan por sus mejores momentos» y «emprenden un viaje físico y mental en busca de una vida mejor que no va a ser fácil de alcanzar». «Es muy del estilo de Ramón y, la verdad, es que también del mío», admite Seguí, quien apunta que ha llevado a cabo algunos cambios en esta reedición. «He intentado que no fuera una edición simple y he reforzado la dramatización con el uso del sepia y de colores azules. En este sentido, hay una intención de vistosidad y de remasterización también con un rotulado nuevo, con un tipo de letra más actual», detalla.

Lo que no ha modificado Seguí es un pequeño detalle que algún lector quisquilloso sí podría notar. «Al principio del libro salen pesetas, pero, al final, ya aparece un maletín con euros. Es un error que he querido mantener porque explica ese lapso de tiempo que tardé en acabar y entregar el guion, desde 1997 a 2004», puntualiza. «En verdad es una novela cinematográfica en la que he podido desplegar mi faceta de narrador de cómic clásico. Se podría decir que he hecho la película que no pudo llegar a hacer Ramón de España», concluye.

Nostalgia

Sobre el ejercicio nostálgico que ha debido suponer para Seguí revisitar aquella época a través de esa obra, el autor avanza que lo que sí le resultará nostálgico son los dos proyectos que tiene en marcha. El primero, el más inminente, es la recuperación de sus personajes de El Víbora, Lola y Ernesto. «Tenían 30 años y ahora los rescataré con 60, es decir, serían de mi edad, boomers». «No es que sean mi alter ego, pero en el fondo reflejaban mis vivencias. Ahora es un momento diferente y lo retomaría en este momento vital con otras preocupaciones, como pueden ser la salud o la jubilación», desliza el autor, que a su vez comenta su deseo de recopilar en un «volumen integral» a todos esos personajes que vieron la luz con la emblemática revista a finales de los años 80 y principios de los 90.
Por otra parte, anuncia que acaba de firmar el proyecto para adaptar Malaherba (Alfaguara, 2019), de Manuel Jabois. «Yo mismo me encargaré del guion y del dibujo. Está previsto que lo entregue en julio de 2023 y se publicará con la editorial Salamandra», aclara.

Sobre la obra del escritor gallego, Seguí opina que es «una novela buenísima en primera persona que me recuerda a El pequeño Nicolás y que en cierta manera me evoca también Historias del barrio, pues está protagonizada por un niño de 10 años en un ambiente marginal y humilde, lleno de drogadictos. Pero no se cuenta desde una perspectiva de un adolescente de barrio, sino de un niño pequeño. Así que pasaré de contar y dibujar una historia protagonizada por gente de 60 años a esta con un personaje de 10. Espero sentirme cómodo igual. He suprimido la primera parte en primera persona y me preocupaba matar parte de esta novela tan buena, pero creo que está quedando muy bien», comenta.