La ilustradora argentina Agustina Guerrero posó en Palma para esta entrevista. | Pilar Pellicer

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Con El viaje, la ilustradora argentina Agustina Guerrero inició un trayecto personal y artístico que continúa ahora con La compañera, su nueva obra, en la que su alter ego, La Volátil, se adentra en un repaso por la memoria que la lleva a recordar momentos buenos y, a su vez, malos, porque todos forman quiénes somos. Este jueves, a las 19.00 horas, junto a Loly Ghirardi, Guerrero presenta su nuevo libro en la librería Rata Corner, un título con el que invita a reflexionar sobre la memoria y las vivencias o, dicho de una manera resumida, sobre los acontecimientos que dan forma a nuestra existencia.

¿Qué tiene la idea del viaje que la atrae tanto?
—Creo que todo puede ser un viaje ya sea físico o emocional.En este caso lo es porque empecé a preguntarme por qué soy como soy o por qué actúo como lo hago y, para responder, le di mucha importancia a los recuerdos y las cosas que viví, que me afectaron a lo largo de mi vida. Es una manera de asomarme, además literalmente, a los recuerdos y es una forma muy interesante para entenderme, perdonarme y despojarme de las culpas.

Los recuerdos tienden a ser poco fiables porque van cambiando, ¿importa que sean exactos?
—No sé hasta qué punto son reales los recuerdos que narro en el libro, que es autobiográfico. Yo intento ser fiel, pero estamos tan condicionados por las emociones que no puedo saberlo, por eso también hay autoficción. En cualquier caso son los que he integrado a mi vida y forman parte de mí, por eso los cuento.

‘La compañera’ es un repaso autobiográfico por los recuerdos.

Suena a cliché, pero, ¿es su libro más personal?
—A medida que avanza el tiempo me animo a desnudarme más. El viaje fue un punto de partida y La compañera forma parte de algo que no sé cómo definir. No le temo a nada y pretendo sacar todo afuera.

El libro va dedicado a Amalia, su abuela, ¿por qué este libro?
—Viví muy cerca de ella en mi infancia y en esa época estás muy condicionado. Todo se vive muy fuerte. Si te enojas, te enojas de verdad; si lloras, lloras de verdad. Esos recuerdos están ligados a mi abuela y hay una parte potente que se despierta cuando la recuerdo a ella. Me viene mucho el olor del zaguán y a partir de ahí quise hablar de todo lo que me enseñó, quizá sin saberlo, como permitirme ser yo misma. El recuerdo de mi abuela es el que más me guta recordar.

¿Quién es la compañera?
—Es curioso porque ella aparece en El viaje en dos páginas, pero no fue hasta que una chica compartió una imagen en Instagram con La Volátil frente a este personaje que caí en su potencial. La compañera es mi sombra, una parte de mí. No quería que fuera algo negativo, sino una especie de psicóloga, una guía. Te incomoda y te saca cosas que quizás no quieres recordar.

Una de las ilustraciones.

Mirar al pasado puede ser doloroso, ¿no recordar algo negativo es huir de uno mismo?
—Nuestra generación fue criada para evitar malas sensaciones. Lo hemos interiorizado. Hay momentos felices que aparecen en el libro, pero no significa que fuera una etapa feliz.Tristeza y felicidad van juntas

¿Se corre el riesgo de vivir anclado en el pasado?
—Hay un equilibrio. Hay que mirar al pasado sin anclarte ni caer en la nostalgia, pero es una herramienta poderosa de aprendizaje sobre nuestro presente.

¿Hay un antes y un después en usted tras La compañera?
—Diría que lo hay antes y después de El viaje, mi otro libro. Hay una evolución gráfica y narrativa. Me exijo más y me pongo más retos. Me siento cómoda y creo que el pesonaje está en un momento dulce y maduro.