Imagen promocional de La Casa Azul, que actúa hoy en Palma. | Lluís Domingo

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Guille Milkyway, el nombre detrás de La Casa Azul, ha derribado las barreras comerciales para llevar a todos los oídos el bubblegum, el sunshine-pop y todos esos estilos que merodean en torno a las melodías más hermosas. Con una identidad propia e inconfundible, ha transgredido fronteras entre estilos, y a lo largo de sus discos ha firmado canciones tan redondas, adictivas e irresistibles como Superguay, La Revolución Sexual o Cerca De Shibuya. Con la pista de baile en el punto de mira, pero sin olvidar las emociones a flor de piel, y la fantasía musical como motivación, La Casa Azul llevará su show la noche de este sábado a la Plaça Espanya, dentro del ciclo de conciertos reprogramados tras la suspensión de la Revetla de Sant Sebastià. Les precederá el trío Cariño, a partir de las 21.30.

La Casa Azul ha superado el circuito independiente para encaramarse a lo más alto de las listas de ventas y estar en boca de todo aficionado a la música que se precie. En 2010 se alzó con el Goya a la mejor canción original por Yo, también, un merecido reconocimiento a su talento y trayectoria profesional. Su penúltima obra de estudio, La Polinesia Meridional, recibió grandes elogios y la respuesta de sus fans fue inmediata, entró en el número 1 de la lista iTunes España, fue trending topic mundial en Twitter e irrumpió en los medios más importantes. La gran esfera es su última referencia discográfica, y estaba claro que no iba a ser un disco fácil. Después de haber alcanzado al gran público; de haberse paseado por el mainstream con su propuesta independiente; de escucharse tanto en pequeños festivales indies como en Operación Triunfo; de haber remezclado Vivir Así Es Morir De Amor de Camilo Sesto; o haber reconstruido y reinventado todo un álbum de Nino Bravo de una forma magistral... Han sido tantas cosas, tan diferentes y sobre todo creadas siempre desde el espíritu más independiente y del amor mas profundo a la música, que este disco tenía que ser el de su confirmación, su eclosión definitiva, con esa licuadora de estilos y sonidos que mezcla a la perfección en un repertorio que revela su evidente evolución hacia el campo del electropop.

Por su parte, Cariño se dieron a conocer entre los degustadores de las nuevas sensaciones del pop independiente hace cinco años, con una demo con varios temas registrados de manera absolutamente casera. En aquellas canciones, el trío formado por María Talaverano, Paola Rivero y Alicia Ros ya dejaban claras cuáles iban a ser las líneas maestras de su sonido: melodías pop pegadizas, descaro lírico y una frescura y actitud desbordantes. Unas sensaciones que se dispararon en el momento en el que publicaron su singular versión de Llorando en la limo, de C. Tangana: frente al glamour del original, Cariño planteaban una versión lo-fi que conectaba inmediatamente con el espíritu independiente, ajeno al fasto que empezaba a hacerse evidente en el mundo de lo urbano. Esos fueron los primeros pasos de una promesa que se fue confirmando y convirtiendo en realidad con cada nueva referencia, en cada nuevo single, en el que daban pistas sobre la evolución de la banda, con un sonido cada vez más definido y rotundo.