El músico Miguel Ríos visita la Isla con sus nuevas composiciones. | Efe

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Creció al abrigo de una era dominada por el rock and roll, esa fuerza subversiva lo cambió todo. Hoy, este granadino cosecha del 44 apabulla un poco. Por su pedigrí, por sus logros, por su cháchara intelectual, deslizada con cercanía y sensatez. Miguel Ríos llega este domingo al Auditòrium con nuevo material, Un largo tiempo, primero con temas inéditos en 12 años. A sus 77 primaveras, sabe que la vejez no resulta sexy, que ya forma parte de la población de riesgo, y se preguntaba si la desidia arramblaría con todo. Pero la solidez de su repertorio confirma su fecundo y fáustico pacto con la creación. Eso sí, a diferencia de otros tiempos, ahora solo tiene que sentarse a esperar que sus canciones terminen en boca de multitudes, porque himnos tiene de sobra.

¿Cuál fue el punto de partida de Un largo tiempo?
—La suerte y las ganas, porque después de tanto tiempo sin escribir no imaginaba que todo fluyera tan bien. De repente me encontré haciendo canciones con José Norte y el deseo de hacer un nuevo disco se hizo realidad.

Para ser un veterano, sus nuevas canciones destilan el inconformismo propio de un debutante.
—Yo creo que en realidad mis canciones hablan de mi tiempo, siempre ha sido así, incluso cuando empecé haciendo covers de otros artistas estaba hablando de mi tiempo.

Sesenta años después, ¿qué le impulsa a subirse a un escenario?
—El escenario es muy adictivo, mientras me quede gasolina quiero seguir al pie del cañón.

¿Cuáles fueron sus motivaciones al iniciarse en la música y cuáles lo son ahora?
—Al principio fue el flechazo con el rock, aquél fogonazo que tiene que ver con lo anímico y no con lo intelectual, porque yo no sabía inglés e ignoraba lo que cantaba aquella gente, eso me empujó. Ahora, lo que me motiva es disfrutar del escenario, al menos mientras esté en condiciones. Esto de cantar y que encima te paguen es alucinante.

¿Recuerda el día que dijo ‘esto va en serio'?
—Sí, muchas veces. No soy nostálgico, pero sí recuperador de memoria. Me pidieron hacer unas memorias y tuve que escudriñarme, las emociones me han dejado muchas muescas en el almacén del alma.

¿Qué canción o artista debería formar parte del ciclo formativo escolar?
—Poniendo el listón alto, Georgia on my mind de Ray Charles.

¿Cómo lleva la era del reggaetón?
—Hay cosas con las que no me siento identificado de las que paso olímpicamente.

Van Morrison, quien se refiere a sí mismo como un viejo cascarrabias, asegura que no ha disfrutado de ningún disco en veinte años. ¿Comparte su pesimismo?
—La verdad es que Van Morrison es un tío muy especial, no sé si ha escuchado a Pearl Jam o a Eddie Vedder en solitario, tiene una forma de deconstruir la voz alucinante.

¿Qué le quita el sueño?
—Llevo años tomando pastillas para dormir. Pero esta vida tan desastrada, tan lejos del ideal de cuando éramos hippies, me quita el sueño. Nunca imaginé que llegaríamos a este grado de desigualdad y desfachatez, y además el neofascismo que se está respirando no me gusta nada.

Miguel Ríos, Los Ángeles, 091, Lagartija Nick, Los Planetas… ¿qué tiene Granada para ser el gran semillero del rock estatal?
—Antonio Arias de Lagartija Nick, que tiene mucha gracia, siempre dice ‘a ver si va a ser Lorca'.

¿Cree que el talento de un artista encoge cuando se distancian del tejido social?
—Lo que encoge es el ser humano.

¿Qué música escucha en casa?
—Artistas nuevos como Rigoberta Bandini, aunque solo sea una vez, así al menos puedo decir que los he escuchado. Luego, para mortificarme, a Ray Charles.

¿Con quién grabaría una canción y con quién no lo haría nunca?
—No esperaba grabar con Raúl Pozo, de Pereza, me lo propuso y salió un tema precioso. Y no te diré con quien no lo haría, no quisiera quedar mal con nadie, aunque mira, no grabaría nunca con Hitler (risas).

¿Cree que la gente más admirada es siempre la que más se cuestiona a sí misma?
—Hay que cuestionarse a sí mismo, es lo único que te permite crear.