Leo Frischer, perseguido por el simple hecho de ser judío.

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Hay vidas que son de película, como suele decirse. El caso de Leo Frischer es, sin duda, una de ellas. Eso es precisamente L’alemany de la botiga de fotos, el documental dirigido por Luis Pérez que recoge la investigación de Pere Bueno y Joan Pérez sobre la hasta hace poco desconocida singladura de Frischer, un judío alemán que se instaló en Esporles huyendo de la persecución nazi, pero que como cualquier otro individuo anónimo de la Europa de los 40, fue arrastrado por la corriente de la historia.

CineCiutat acoge hoy, a las 19.00 horas, el estreno de esta película que tendrá el sábado, a la misma hora, su presentación más especial: en la Casa des Poble de Esporles. Así, la producción de Quindrop, que cuenta con guion de Pedro Echave, proyectará la historia de Frischer, el alemán de la tienda de fotos, en el pueblo que lo acogió. No obstante, la apacible vida de este judío alemán que llegó a la Isla huyendo de la persecución nazi se vería truncada en 1940, cuando llegó una orden de expulsión ordenada por el dictador Franco, entonces aliado del régimen de Hitler. El director de la cinta, Luis Pérez, cuenta que gracias a la investigación llevada a cabo se sabe que «se intentaron destruir los rastros de esas órdenes de expulsión tras la derrota de los nazis, por eso es muy difícil encontrarlas», pero en Esporles, al ser una localidad pequeña, «se pudieron conservar las de Frischer y sus cuatro acompañantes». Es así como se da con esta historia.

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El director de la cinta, Luis Pérez.    Foto: JAUME MOREY

Prisionero

También gracias a la labor de los investigadores se ha podido saber que el alemán estuvo «internado    tres años en un campo de concentración de Miranda de Ebro», porque sí, «en España hubo espacios así», y, finalmente, pudo salir de España para llegar a Gales, donde puso una nueva tienda de fotografía, donde se encargaría junto a su mujer, Elsa, de realizar reportajes de bautizos y bodas, menesteres más felices que aquellos que tuvieron que experimentar.

Afiche de ‘L’alemany de la botiga de fotos’.

La pareja, que no tuvo hijos, dejó en herencia la tienda y su casa a la que sería su ayudante, una mujer galesa a la que la producción logró localizar. «Claro, esta mujer se sorprendió cuando vio que unos tíos de Mallorca se interesaban en la vida de alguien que fue tan importante para ella, pero anónimo para el resto», explica Pérez que reflexiona que ahí es donde reside el valor de la cinta, en su «componente universal», porque se trata de una historia «que aunque tenga un origen local, es capaz de hablar de cómo a alguien corriente la historia le pasa por encima», algo con lo que todos podemos sentirnos más o menos identificados.