La escritora madrileña Elizabeth Duval estará el lunes en Drac Màgic.

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Hay tantas etiquetas que se han usado para describir a Elizabeth Duval como ideas y reflexiones certeras en sus libros y artículos. El más reciente de ellos es Madrid será la tumba, publicado en el sello Lengua de Trapo y que se enmarca dentro de la nueva colección de Episodios Nacionales, que trata de relatar, como hiciera Benito Pérez Galdós, la historia reciente de España desde una mirada diferente. Duval, que advierte de que «me siento más de Balzac que de Galdós», presentará el lunes en la librería Drac Màgic esta historia sobre Santiago, un miembro de la extrema derecha madrileña, y Ramiro, militante de la extrema izquierda de la capital, que expone los límites de esos dos mundos, su impensable unión y pone de relieve que «son humanos».

Se dice que esta es su primera novela, pero ya publicó ‘Reina', ¿cuál se queda con el honor?
— Creo que es porque tiene una diferencia particular con Reina que es que había una voluntad por mi parte de hacer una novela tradicional, casi decimonónica, tanto a nivel de lenguaje como de características de lo que hace una novela del siglo XIX e inscrita en su tradición. Me interesaba hacer algo así porque, a diferencia del ensayo, esto permite no solo la exposición clara de una tesis, sino una polifonía de voces que permiten la exploración de complejidades morales mucho más difíciles de plasmar en otros formatos.

Habla de novela tradicional, pero en ‘Madrid será la tumba' se incluyen imágenes o recortes de páginas de internet.
— Sí, pero eso sorprende porque estamos mal acostumbrados en la actualidad a un tipo de novelas. Los padres de la novela o grandes figuras de la literatura siempre han hecho estos excursus, como Victor Hugo cuando dedica una cantidad inimaginable de páginas a la arquitectura de Notre Damme, o Moby Dick, donde hay pasajes enciclopédicos en los que no hay acción narrativa. Además, me interesaba hacer cosas que solo la novela puede hacer, buscar esa especificidad.

¿Cómo encaja el libro en estos nuevos Episodios Nacionales?
— Se encaja de una manera particular. Hay un paralelismo con lo que hace Vicente Monroy en Los alpes marítimos, que supuestamente va sobre el atentado de las Ramblas, pero solo le dedica cuatro páginas. Yo hice un poco lo que me dio la gana. Y bueno, se supone que es un homenaje aGaldós, pero siempre he dicho que soy mucho más de Balzac.

Una de las ideas de estos Episodios es dar un nuevo relato de la España reciente, ¿a quién pertenecía el que ya existía antes?
— Yo creo que no había ninguno antes. Era un territorio novelístico aún por explorar. Nadie había escrito una novela sobre Hogar Social Madrid o CasaRoja Lavapiés, por lo tanto, es difícil señalar que alguien ha tenido ese relato. Además, más que una batalla por los relatos, yo lo plantearía como una complejización de esos mismos relatos. Contando esta historia no tengo ninguna aspiración de construir un relato hegemónico sobre 2016, pero sí de añadir capas morales a lo que se elabore sobre el relato de ese momento.

¿Cómo dio con estos dos personajes, Santiago y Ramiro?
— Fue algo muy orgánico. La novela iba a centrarse en la Comuna Roja, pero al empezar la voz de Santiago, que es del bando de la extrema derecha, me sedujo y arrastró. Al final se coló en mi cabeza y no pude deshacerme de esa voz. Se podría decir que mi personaje y yo nos conocimos y hubo química (risas).

La novela no explota la idea de que los extremos se tocan, pero sí los presenta como humanos.
— No era mi intención entrar en una equidistancia que dijera que ambos son iguales, y, aunque no hay una trama moralizante por encima, queda claro que en la narración no hay equidistancia, pero sí considerar que son seres complejos, humanos, con sentimientos o vicisitudes. Esto sí es importante porque la deshumanización del otro, además de estar mal, es una pésima, débil y cobarde estrategia política.

Portada de la novela ‘Madrid será la tumba'.

En la novela dice que «los seres imperfectos necesitan ideas perfectas a las cuales aferrarse», ¿significa eso que estamos todos condenados?
— Un poco sí. Aunque una se crea muy inteligente, siempre vas detrás de ideas perfectas o mecanismos que te arrastran. El deseo o el amor también son parte de esto, al igual que las desgracias que vienen de ellos. Si alguien escribe que necesitamos ideas perfectas es porque lo ha vivido y experimentado.

En la novela hay amor y violencia, ¿cree que, a pesar de todo, es posible amar por encima de todas las cosas?
— Yo creo que sí, lo que no implica que sea fácil o que, incluso, sea más difícil que no hacerlo. Requiere de un trabajo mayor y yo, ahora mismo, me siento queriente y querida. Este es un sentimiento bueno y, generalmente, saludable porque genera comunidad.