El actor y dramaturgo Carmelo Gómez, en una imagen promocional de la obra ‘A vueltas con Lorca’. | SERGIO PARRA

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Federico García Lorca paseaba el arte y la cultura, con la compañía La Barraca, por las calles y plazas españolas durante la Segunda República. Esa cercanía y carisma que desprendía el genial autor de Yerma es el que quiere transmitir el actor Carmelo Gómez con el montaje A vueltas con Lorca. Esta propuesta teatral, que incluye una parte musical a cargo del pianista Mikhail Studyonov, recala este sábado, a las 20.00 horas, en el Teatre Principal d’Inca.

«Llevamos más de dos años de gira y nos ha costado convencer al público, porque no es teatro, pero tampoco es un recital de poesía. Es una revelación. Lorca era un hombre sin etiquetas, que a menudo cambiaba los títulos de sus obras, le costaba encontrar un título que se adecuara a los pequeños millones de detalles que iba hilando y bordando», cuenta Gómez. En todo caso, el actor sí que se aventura a definirlo como «una historia de amor y muerte, la síntesis del mundo, con sus espacios profundos, el abrazo de los contrarios. Porque Lorca era un maestro de los contrarios».

Así, Gómez pone sobre el escenario una «asociación de poemas, trozos de prosa, fragmentos de Yerma o Bodas de sangre; sacamos de todos los sitios, incluso conferencias que ofreció», todo para «contar la historia de Federico García Lorca, desde que nace en Granada hasta que muere». En este punto, el intérprete apunta que, sobre las tablas, «no queremos acusar políticamente a nadie, no queremos que se derive el valor poético», aunque Lorca aparece asesinado. «A Federico lo mataron y, además, con alevosía y premeditación. De hecho, fue oráculo de sí mismo, pues en algunos textos se preguntó ‘dónde está mi sepultura’ y él mismo aseguró ‘no me encontrarán’. Fue un visionario en muchos sentidos», apunta.

Sinceridad

Lo que sigue cautivando de Lorca más de 80 años después de su muerte es, según Carmelo, «el corazón terriblemente y fascinantemente panorámico que tenía, esa sinceridad y vínculo con el pueblo, esa herencia porosa de la tradición clásica. Lorca rescata el teatro clásico, que estaba defenestrado y se daba por muerto». «Estamos ante alguien que es capaz de hablar de lo más pequeño a lo más grande, de hablar a un chino de donde quieras del mundo, y que le entiendan. No se encripta, siempre escribe en clave universal, va directo al alma y a la pasión», subraya. Lorca también tiene mucha importancia vital para el actor, ya que descubrió el teatro como refugio gracias a él. «Me he abierto a una forma de hacer teatro que pensé que no era capaz». Antes de la función, admite Gómez, se pregunta «dónde estás, Federico, vamos a buscarte». Quién sabe por qué derroteros le llevará esta noche este interrogante.