María Bastarós recalará este martes y miércoles en la librería Drac Màgic de Palma. | JAIRO VARGAS

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La historiadora del arte, gestora cultural y escritora María Bastarós (Zaragoza, 1987) recala en Palma con una doble cita en Drac Màgic. Este martes por la tarde, a las 19.00 horas, presenta junto al autor Nacho M. Segarra y la artista Cristina Daura el volumen ilustrado Sexbook, una historia ilustrada de la sexualidad (Lumen) y este miércoles, a la misma hora, hablará sobre su libro de relatos No era a esto a lo que veníamos (Candaya).

En la línea de Herstory, una historia ilustrada de las mujeres, Bastarós, Segarra y Daura recorren ahora el devenir de las sexualidades y las identidades de género a lo largo de la historia, desde la Edad Antigua hasta el confinamiento. De esta manera, proponen un viaje que va desde las venus paleolíticas hasta el sexo en tiempos de pandemia, pasando por el arte erótico japonés, el travestismo en la antigua Roma, el lesbianismo en la Edad Media, los bares gays del siglo XVIII, las terapias de conversión, la píldora, el sida, el destape ruso, la asexualidad, la viagra, el tuppersex o el twerking.

«El gran pecado de la historia es presentarse como una disciplina aséptica, como si los historiadores no tuvieran preferencias o ideologías. Nosotros somos claros: nuestra historia está construida sobre dudas e incertidumbre. Nos hemos topado con escritos sobre personas que no tenían derecho a hablar por ellas mismas, con material elaborado por autoridades, muchos documentos condenatorios… pero nos faltaba la voz de los propios protagonistas. No se trata de dar voz a los sin voz, porque eso no es posible, en todo caso puedes generar narrativa e intentas contar de la manera más honesta lo que sucedió», detalla Bastarós, autora de Historia de España contada a las niñas (Fulgencio Pimentel, 2018)

«Lo interesante es que no pretendemos construir otra historia, otro canon con determinados personajes o fechas concretas, sino que intentamos mostrar que la historia es un edificio que se monta entre muchas personas y los muros son muy dúctiles. La historia es todo, son los relatos mínimos de personas que ni conocemos, de movimientos colectivos, la historia de los derechos colectivos, etcétera. Los libros de historia no son manuales, más bien son pastiches», señala. Y es que, como apunta la autora, «tenemos la sensación de que la historia está hecha de grandes momentos, de sucesos bélicos, gobiernos… Nuestra historia también incluye Youtube, las redes sociales, los movimientos populares o la irrupción del satisfyer, un momento clave del diálogo sobre la sexualidad de este siglo. Hemos metido muchos elementos contemporáneos sin ningún pudor», añade.

En cuanto a las narraciones que conforman No era a esto a lo que veníamos, Bastarós teje una atmósfera turbia e inquietante, con relatos que rozan el terror. Aunque es un miedo que surge de lo cotidiano. «Cuando pensamos en terror nos vienen a la mente casas encantadas, sangre... Pero yo prefiero la inquietud, el extrañamiento que se encuentra en la vida cotidiana. Nos topamos constantemente con situaciones críticas que te hacen preguntarte quién eres y qué haces allí, si tomamos nuestras propias decisiones... De hecho, uno de los momentos más terroríficos del libro, un terror menos explícito, es en Marabunta, cuando a la protagonista, que trabaja en un centro comercial en época de Navidad, se topa con alguien que le pregunta cuáles son sus verdaderos deseos. Ella no se atreve a pensar en ello. Está embarazada de un bebé que en realidad no desea. Ese momento de crisis en el que emprendes un camino que no tiene vuelta atrás o que te desmonta la vida, esa inquietud con la que nos relacionamos con nuestra propia vida me parece terrorífico», cuenta.

Precisamente, el título No era a esto a lo que veníamos ya sugiere lo inesperado. También la imagen de la portada, añade Bastarós, ya que la autora es una apasionada de la fotografía. «La portada es muy llamativa, con un aire pop que me interesaba para alejarme de la concepción clásica que se tiene de los relatos. Además, la comida juega un papel muy importante en el libro. En las comidas y las cenas se pueden dar momentos memorables, pero también conflictos tan extremos como sucede en el relato Huevas de trucha», matiza.

«Al final, el libro trata del deseo inmediato y acuciante en los niños, del deseo egoísta que no entiende de racionalización, el deseo soterrado de las mujeres que no llegan a conectar con su propia voluntad», resume. En definitiva, las obras de Bastarós tienen en común la preocupación por la perspectiva de género, algo que vive de forma muy natural, no de forma tan política. «Hay escritoras que dicen que sus personajes son mujeres como activismo, pero mi sensibilidad funciona mucho desde el punto de vista femenino porque es lo que he vivido. Me interesa la violencia y la mujer es una gran receptora de muchas violencias», concluye.