Carlota Gurt recaló este jueves en Palma para presentar ‘Sola’. | Jaume Morey

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Fuera de la sociedad, dijo Aristóteles, el hombre es un Dios o una bestia. «O las dos cosas», añade Carlota Gurt (Barcelona, 1976) en cita introductoria de Sola (Proa) su reciente primera novela. La escritora y traductora presentó este libro ayer en la librería Lluna junto al autor y colaborador de este diario Pere Joan Martorell. Gurt advierte de que es muy complicado hablar de Sola sin hacer spoilers, porque precisamente es al final donde se encuentra el tema que quería abordar. «Con el título, uno puede pensar que es una novela lacrimógena y no es así. Tampoco trata sobre la soledad, sino más bien sobre qué se hace con la soledad. Por tanto, diría que Sola reivindica la animalidad. Somos animales con reloj, aunque intentemos ocultarlo y negarlo», afirma.

Y esa «animalidad» se materializa en el ensalzamiento del cuerpo como un ente «orgánico». «No escribo para mujeres, simplemente la protagonista es una mujer y explico cosas tan naturales como menstruar, masturbarse o tener sexo. También habla de la relación madre e hija y de la maternidad, pero en un sentido psicológico», apunta. De hecho, Gurt reconoce que Sola es una «versión libre» de Solitud, de Víctor Català, obra que le sirvió de «excusa». Asimismo, el título no era el que más le convencía. «Quería que se titulara Contra la gravetat, para evocar ese tocar con los pies en el suelo, esa fuerza que también nos tiraniza», confiesa. En ese sentido, la novela también se puede entender como una «rebelión contra la vida, contra la vida social y contra nosotros mismos». Así, Mei, la protagonista, es una mujer de 42 años que, después de que la despidan de la editorial en la que trabajaba como correctora, decide dejar Barcelona y refugiarse en el mas donde pasó su infancia, en medio del bosque, para escribir una novela.

Hay paralelismos entre la historia de Mei y la de Gurt, aunque la autora insiste en que «no es autoficción: es como Frankenstein, hay partes cogidas de la realidad, pero las he transformado. Sí que comparto con Mei las inseguridades a la hora de escribir».
Sola se estructura como una cuenta atrás, uno de los «aciertos» que tiene la novela, según la autora, junto a la «lengua» y la «voz». «La novela es una larga explicación del final, de cómo se llega a él. Es como cuando estás a punto de entrar en un túnel y te indican los metros que faltan para salir de él», avanza.

Crítica

Traductora además de escritora, Gurt trabajó como productora en La Fura dels Baus y el Festival Temporada Alta. Debutó como escritora con el libro de cuentos Cavalcarem tota la nit, Premi Mercè Rodoreda 2019. «Los relatos no tienen tanto reconocimiento público como las novelas. Basta ver que el Mercè Rodoreda, el mejor dotado que hay en este género, son 6.000 euros y el Sant Jordi, 60.000», lamenta. Gurt está trabajando en otro libro de relatos que, en este caso, girará en torno a la incertidumbre, la memoria y la identidad. «Cuando escribo me digo cosas a mí misma y ahora me encuentro en una situación de angustia», concluye.