El cineasta Joan Bover en el Paseo Mallorca. | Jaume Morey

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En 1980, la orca Ulisses fue capturada en aguas de Islandia cuando tan solo era una cría. Ahí empezó un cautiverio que la llevó, primero, a un parque acuático de Barcelona para después, en los 90, convertirse en una de las estrellas del Zoo de Barcelona, para recalar finalmente en el Sea World de San Diego, en Estados Unidos, donde continúa dando vueltas en una piscina a día de hoy. El cineasta mallorquín Joan Bover ha llevado su historia a la gran pantalla con el corto Ulisses, que esta semana ha sido preseleccionada por la Academia de Cine para optar a los Premios Goya en la categoría de mejor cortometraje documental. Un camino que ha supuesto toda una «odisea» para este director de cine que en 2018 optó a este mismo galardón con otra cinta, Kyoko, codirigida por Marcos Cabotá.

Para llegar a esta preselección, Bover confiesa que ha sido «una absoluta odisea» ya que para optar al Goya en las categorías de cortometrajes «tienes que habe sido seleccionado en varios festivales» y obtenido algún reconocimiento. En su caso, Ulisses se ha visto en certámenes de regiones como Catalunya, Madrid, las Islas Canarias y, por supuesto, en las Balears, por citar tan solo algunos de ellos. Por eso, estar entre los preseleccionados supone «una inmensa alegría; recibí un correo electrónico de la Academia de Cine y no me lo podía creer», y añade:«Estamos muy satisfechos, porque no solo se trata de mí, detrás de Ulisses hay un equipo, pequeño y modesto, y esto nos ha generado una gran satisfacción».

Nominaciones

En este momento, tanto Joan Bover como el resto del equipo del cortometraje esperan con ganas a que finalice el periodo de votaciones –se cierra a finales de noviembre– para conocer si, finalmente, Ulisses se coloca entre los nominados definitivos al Goya al mejor cortometraje documental. En principio, el anuncio de las candidaturas tendrá lugar a principios del mes de diciembre.

El anuncio de la preselección a los Goya para Ulisses coincidió, este viernes, con una proyección del cortometraje en el Teatre Catalina Valls de Palma. «Es muy importante que la gente lo pueda ver, porque no es una película sobre una orca al uso, no hay voz en off, es la historia de como el ser humano se relaciona con los animales y la intención es que cada uno saque sus propias reflexiones y conclusiones». En unos días, el filme se verá también en el festival Evolution!, en Palma.